"Le debo todo lo que tengo, mi felicidad. Ahora agradezco a mi padre que me forzara a ser músico y me obligara a tocar el violín cuando no me apetecía, con lágrimas en los ojos", ha recordado Malikian, de 43 años, en una entrevista con la Agencia Efe antes de presentar en Valladolid su nuevo disco, "Con los ojos cerrados".
De pasaporte libanés, aunque de origen armenio, no olvida las largas estancias que durante niño acumuló en el garaje de su casa durante los habituales bombardeos en la contienda fratricida, de origen religioso, que asoló a su país natal, del que finalmente emigró cuando despuntó para encauzar en Europa su formación musical.
"Dentro de la tragedia de la guerra teníamos que pasar el tiempo.
Unos tocábamos, otros bailaban, cantaban o recitaban poesías. La música nos acompaña en cualquier momento de la vida, también en los difíciles donde es como una terapia para olvidar lo mal que se pasa o para intentar arreglar las cosas, aunque sea en el alma", ha reflexionado.
Ara Malikian se expresa en un español casi perfecto fruto de su ya prolongada residencia en Madrid, desde hace doce años, aunque no para de viajar ni de acometer proyectos de cualquier índole, como su protagonismo cinematográfico en el documental "Armenio", que presentó el año pasado en la última Semana de Cine de Valladolid.
El genocidio del pueblo armenio en los primeros años del siglo XX, de donde tuvieron que huir sus abuelos para no morir, subyace en ese filme donde el violinista delata una sensibilidad social en la que también se ha involucrado como músico.
"Siempre es un instrumento para sensibilizara a la gente, provocar a la conciencia, pero al mismo tiempo no debemos olvidar que somos 'entretenedores', que tenemos que llegar a los oyentes, emocionarles, decirles algo", ha precisado.
"Con los ojos cerrados", su último disco desde el ya lejano "Le quatro stagioni" (1995), es una mezcla de tango y jazz con la participación del guitarrista argentino Fernando Goizcue, dentro de una alquimia que a su juicio no es tal porque la música ya viene fundida o fusionada desde su origen.
Cuando se juntan músicos de diversas procedencias "no tienen que plantearse cómo y qué fusionar tal cosa", ya que "es un encuentro entre amigos que se entienden a través de la música", ha precisado.
En su caso también le ha procurado una suerte de aprendizaje a través de los países, culturas y amigos con los que ha contactado en los numerosos viajes que ha realizado y que no le suponen "ningún esfuerzo" porque todo lo hace con vocación e ilusión: "es un placer y deseo que esta inspiración no se vaya nunca, que se quede para siempre, que se convierta en rutina", ha manifestado.
La música clásica, a cuya divulgación ha contribuido tanto Ara Malikian, "no hace falta que sea entendida para poder disfrutar".
"Aunque en los últimos años sí ha podido convertirse en algo reservado para un público cerrado, los jóvenes se dan cuenta de que es algo hermoso que no es necesario analizar, tan sólo dejarse llevar", ha concluido.