La relatora especial de Naciones Unidas para las formas contemporáneas de esclavitud, Gulnara Shahinian, denunció este lunes en la ciudad española de Toledo que hay niños que se ven forzados a trabajar desde los 3 años y que desde la edad de 9 la mayoría son vulnerables a la explotación sexual.
La armenia Gulnara Shahinian participó este lunes en la última jornada del congreso "No es cosa de niños", organizado por la delegación castellanomanchega de la ONG Proyecto Solidario, al que también asistió el actor y escritor español Fernando Guillén Cuervo para presentar el documental "Vilaj", sobre los niños haitianos.
Según Shahinian -que lleva tres años estudiando el drama del trabajo infantil- la cifra de niños y niñas que trabajan forzosamente en la actualidad supera los 215 millones que marca la Organización Mundial del Trabajo (OIT) y, muchos de ellos, "comienzan con sólo tres años".
Fue el caso del joven haitiano Vladimir, quien reconoció durante su tiempo de ponencia en el congreso que comenzó a trabajar en un taller mecánico a la edad de tres años para ayudar a su familia y que, ahora, gracias a una beca de estudios de Proyecto Solidario, se está formando en España.
En francés, y traducido al español por su compañero adolescente Mohamed, Vladimir aseguró que volverá a su país para luchar contra el trabajo infantil.
Shahinian ha sido testigo del trabajo de niños y niñas en minas y canteras, que colocaban dinamita a varios metros bajo el suelo, "con agua que les llegaba hasta el cuello" y que era "tóxica y contaminada" de mercurio y cianuro.
"He visto a niños con las manos peladas, sin piel" por su trabajo manual, continuó.
Y denunció que en el entorno de las minas las niñas de apenas 9 años comienzan a ser "vulnerables a la explotación sexual", por lo que están en riesgo de contraer el sida y otras enfermedades de transmisión sexual, así como de quedarse embarazadas a edades muy tempranas.
La relatora especial de Naciones Unidas para las formas contemporáneas de esclavitud, un cargo que se creó hace tres años, estimó necesario "otorgar alternativas económicas a las familias para que no aboquen a sus hijos al trabajo forzado" y "aumentar las medidas para hacer cumplir la legislación vigente".
También destacó la importancia de establecer programas de formación y de educación, ya que, según Shaninian, existen países cuyos gobernantes consideran el trabajo infantil como una tradición y una costumbre necesaria para que las familias sobrevivan.
Según el tercer informe de la OIT, referido al año 2010, en Asia y Pacífico hay 113,6 millones de niños trabajadores, un total de 65,1 en África Subsahariana, hasta 14,1 millones en América Latina y 22,4 millones más repartidos por el mundo.
En total, suman 215 millones, el 13,6 % de la población infantil, de los que el 60 % se dedica a la agricultura, el 21,4 % a los servicios y el resto a otros no determinados, entre los que se encuentran las minas o los niños soldado.
Pese al impulso de numerosas ONG, el aumento de la concienciación de la sociedad civil y el apoyo de instituciones gubernamentales, todavía un tercio de la población mundial vive en países que no se han comprometido a abolir el trabajo infantil y muchas empresas trasnacionales, como Benetton (en Turquía) y Primark (en India), lo utilizan para abaratar sus costes, según denunció Shahinian.
La armenia Gulnara Shahinian participó este lunes en la última jornada del congreso "No es cosa de niños", organizado por la delegación castellanomanchega de la ONG Proyecto Solidario, al que también asistió el actor y escritor español Fernando Guillén Cuervo para presentar el documental "Vilaj", sobre los niños haitianos.
Según Shahinian -que lleva tres años estudiando el drama del trabajo infantil- la cifra de niños y niñas que trabajan forzosamente en la actualidad supera los 215 millones que marca la Organización Mundial del Trabajo (OIT) y, muchos de ellos, "comienzan con sólo tres años".
Fue el caso del joven haitiano Vladimir, quien reconoció durante su tiempo de ponencia en el congreso que comenzó a trabajar en un taller mecánico a la edad de tres años para ayudar a su familia y que, ahora, gracias a una beca de estudios de Proyecto Solidario, se está formando en España.
En francés, y traducido al español por su compañero adolescente Mohamed, Vladimir aseguró que volverá a su país para luchar contra el trabajo infantil.
Shahinian ha sido testigo del trabajo de niños y niñas en minas y canteras, que colocaban dinamita a varios metros bajo el suelo, "con agua que les llegaba hasta el cuello" y que era "tóxica y contaminada" de mercurio y cianuro.
"He visto a niños con las manos peladas, sin piel" por su trabajo manual, continuó.
Y denunció que en el entorno de las minas las niñas de apenas 9 años comienzan a ser "vulnerables a la explotación sexual", por lo que están en riesgo de contraer el sida y otras enfermedades de transmisión sexual, así como de quedarse embarazadas a edades muy tempranas.
La relatora especial de Naciones Unidas para las formas contemporáneas de esclavitud, un cargo que se creó hace tres años, estimó necesario "otorgar alternativas económicas a las familias para que no aboquen a sus hijos al trabajo forzado" y "aumentar las medidas para hacer cumplir la legislación vigente".
También destacó la importancia de establecer programas de formación y de educación, ya que, según Shaninian, existen países cuyos gobernantes consideran el trabajo infantil como una tradición y una costumbre necesaria para que las familias sobrevivan.
Según el tercer informe de la OIT, referido al año 2010, en Asia y Pacífico hay 113,6 millones de niños trabajadores, un total de 65,1 en África Subsahariana, hasta 14,1 millones en América Latina y 22,4 millones más repartidos por el mundo.
En total, suman 215 millones, el 13,6 % de la población infantil, de los que el 60 % se dedica a la agricultura, el 21,4 % a los servicios y el resto a otros no determinados, entre los que se encuentran las minas o los niños soldado.
Pese al impulso de numerosas ONG, el aumento de la concienciación de la sociedad civil y el apoyo de instituciones gubernamentales, todavía un tercio de la población mundial vive en países que no se han comprometido a abolir el trabajo infantil y muchas empresas trasnacionales, como Benetton (en Turquía) y Primark (en India), lo utilizan para abaratar sus costes, según denunció Shahinian.