Sobre Siria se publican muchos datos: cien mil muertos, dos millones de refugiados, dos años y seis meses de conflicto. Pero se olvidan los cien mil cristianos armenios que viven en Aleppo. Y los casi seis mil que han abandonado Siria por temor de nuevas persecuciones. Se sigue temiendo la utilización de armas químicas por parte del régimen de Bashar al Assad, pero si los rebeldes conquistan Aleppo, casi cien mil armenios podrían convertirse en las victimas de un nuevo genocidio. Entre los muchos pueblos que temen una intervención estadounidense contra Assad, los armenios son los que tiemblan más.
Los armenios de Aleppo: evocando 1915
La historia de los armenios en Siria es tan dramática como desconocida.Los armenios en Siria existen desde siempre,en Aleppo, una ciudad antigua y animada encrucijada de pueblos, siempre ha habido armenios,esta es la clave para entender por qué las deportaciones que siguieron a las masacres de los armenios en 1915 tenían como destino precisamente Aleppo. Y cómo esto salvó a parte de las víctimas.
Aleppo, en el terrible verano de 1915 y durante el año sucesivo, se movilizó para salvar al mayor número posible de deportados. Se movilizaron los armenios que vivían en la ciudad, los occidentales que trabajaban en ella, el cónsul alemán de Aleppo (Walter Rossler, una figura extraordinaria) y también la población árabe que, aunque estaba sometida al Imperio Otomano, no compartía su odio hacia los armenios.
El hotel más grande de Aleppo de esa época, el Baron’s Hotel (donde se hospedaron también Lawrence de Arabia y Agatha Christie) era propiedad de una familia armenia, y era la sede del estado mayor de Djemal Pashà, el tercero de los triunviros turcos responsables del genocidio. También él era un fanático, pero al menos era sensible a una cosa: el dinero. Los otros dos triunviros, Talaat Pashà y Enver Pashà, en 1916 se precipitaron para cerrar esta “brecha” del genocidio que se había abierto en Siria.
Efectivamente, ese año, una serie de batidas en Aleppo tuvieron como resultado el arresto y posterior deportación a los campos de concentración de Deir Ezzor de muchos armenios que había sobrevivido; en estos campos se llevó a cabo una verdadera y propia “solución final”. La comunidad que sobrevivió empezó a aumentar de nuevo en Aleppo, primero en el periodo del mandato francés, después con la independencia de Siria».
Un régimen no hostil
La relación de los cristianos armenios con el régimen de Assad nunca ha sido conflictiva. Y es por este motivo por el que facciones de la resistencia ahora los consideran “colaboracionistas”.
En realidad ,los dos Assad, padre e hijo, pertenecen a su vez a una minoría religiosa, la de los alauita, que constituye el 10% de la población siria. Al principio era un régimen nacionalista laico. No ha dominado nunca la idea de exterminar a causa de la pertenencia religiosa. Los armenios, así como las otras minorías cristianas de Siria, han vivido con una cierta tranquilidad hasta el estallido de la guerra. La embajadora italiana, Laura Mirachian (de origen armenio) siempre ha confirmado que la situación era estable, relativamente tranquila, para los armenios de Aleppo. No hay duda de que el régimen ha empeorado y que los últimos años han sido terribles. Pero inculpar a las minorías cristianas de todos sus crímenes es un argumento que usan quienes quieren acabar con todas ellas
Como en el Líbano
Con el principio de la revolución y su degeneración en guerra civil, las comunidades armenias «han intentado hacer lo que hicieron sus connacionales durante la larga guerra civil libanesa (1975-1990): permanecer encerrados en sus barrios, sin atraer la atención de las partes beligerantes. Algo que cada día que pasa es más difícil. En Líbano, los armenios consiguieron salvar sus distritos, pero ahora vuelven a estar en riesgo a causa de la exportación de la violencia siria a los países vecinos. Su “política del caracol”, la de estar encerrados en sus propios barrios, deriva también del recuerdo del genocidio turco: la experiencia del exterminio es aún demasiado reciente para no sentir terror instintivamente».
Violación sistemática de mujeres
¿Y si la resistencia islámica venciese al régimen de Assad? Se cuentan episodios terroríficos. Una de las dinámicas clásicas de este tipo de “guerra” es la violación sistemática de muchachas. Raptadas de sus casas, violadas repetidamente y luego asesinadas cuando están reducidas a una piltrafa. O convertidas a la fuerza al islam y casadas con contratos de matrimonio que duran un día. Y después casadas de nuevo con otro hombre, y con otro,… para ser, por último, repudiadas y asesinadas. El terror ante este tipo de violencia es enorme, y es evidente que las milicias yihadistas quieren la eliminación de todos los enclaves cristianos».