jueves, 16 de junio de 2016
El turco que luchó para que Alemania reconociera el genocidio Armenio.
Cem Özdemir tiene que acostumbrarse a una nueva compañía: tres policías que desde hace varios días le siguen a todas partes. No es la primera vez que este diputado alemán hijo de inmigrantes turcos recibe amenazas de extremistas de uno u otro signo, pero los mensajes intimidatorios han subido ahora un peldaño. Desean, por ejemplo, una bala en la cabeza del “deshonroso asimilado alemán” o del “cerdo armenio”. El odio viene en esta ocasión azuzado desde muy arriba. Más concretamente, por el presidente del país que sus padres abandonaron en los años sesenta.
“A veces aparece gente con la sangre podrida, pero nuestro país sabe darles la lección que se merecen”, clamó Recep Tayyip Erdogan la semana pasada. Por si cabían dudas, el jefe del Estado turco apuntó contra los “miembros del Parlamento alemán que acusan a su propio país de genocidio”. En este último grupo destaca Özdemir, el principal impulsor de la resolución con la que el Bundestag condenó el 2 de junio las matanzas estimadas en millón y medio de armenios cometidas hace un siglo por el Imperio Otomano.
Nacido al sur de Alemania en 1965, Özdemir representa a la generación de los hijos de los "trabajadores invitados" -el término de entonces para los inmigrantes, que parecía llevar implícita la idea de que volverían a su país cuando la invitación caducara- que tuvieron que romper techos de cristal para llegar a puestos de responsabilidad. Él lo hizo en 1994 al convertirse en el primer diputado de origen extranjero; y en 2008 cuando accedió a la copresidencia de Los Verdes. Özdemir ascendió haciendo de su propia biografía material político: ha escrito sobre la sociedad multicultural alemana; y últimamente ha destacado en sus ataques contra el grupo xenófobo de Pegida.
Antes de lograr que el texto sobre el drama armenio saliera adelante, Özdemir era consciente de que se estaba metiendo en un buen lío. Sabía la indignación que genera la palabra “genocidio” en los gobernantes de Turquía, país heredero de los otomanos. Pero no contaba con que Erdogan fuera tan lejos y le atacara personalmente a él y a los otros diez diputados turco-alemanes, a los que el Ministerio de Asuntos Exteriores recomienda ahora no viajar a su país de origen.
MARCADO POR EL ASESINATO DE UN AMIGO DE ORIGEN ARMENIO
¿Por qué precisamente un alemán de origen turco ha impulsado una resolución que ha despertado la furia en su país de origen? Cem Özdemir defiende la importancia de hablar del genocidio armenio en primer lugar para asumir la parte de culpa del Imperio Alemán, aliado de los otomanos durante la I Guerra Mundial. También está convencido de su oportunidad política al no detectar una política de acercamiento a la comunidad armenia en los actuales dirigentes turcos.
Pero junto a las convicciones políticas, varios asuntos personales también han desempeñado un papel. Como su matrimonio con una mujer argentina, país con fuerte presencia armenia. Pero lo que más le influyó, aseguran quienes lo conocen bien, fue el asesinato de su gran amigo Hrant Dink. Este periodista turco de origen armenio cayó en 2007 víctima de un joven ultranacionalista que le disparó cuando volvía a su casa en Estambul. “La muerte de Hrant le marcó política y emocionalmente”, aseguran en su entorno más cercano.
“Erdogan demuestra que no comprende nuestra democracia. No entiende que el Bundestag pueda tomar una decisión sin el visto bueno del Gobierno. Ni que los diputados de origen turco respondemos ante todos los ciudadanos alemanes", asegura. El líder verde se lamenta por la deriva autoritaria del régimen y constata cómo los amigos y familiares que le quedan en el país se plantean si abandonarlo o pasar a una oposición cada vez más incómoda.
Las menciones de Erdogan a la impureza de la sangre de Özdemir y de los otros diez "traidores" han caído como una bomba en Alemania. “Nunca habría creído posible que un presidente democrático del siglo XXI pudiera criticar a diputados poniendo en duda sus orígenes”, dijo con gesto grave el presidente del Bundestag, el democristiano Norbert Lammert. A pocos metros, la canciller Angela Merkel aplaudía, en un gesto totalmente inusual. Respondía así al número creciente de voces que le critican su complacencia con el líder turco.
“Merkel se desentendió de las relaciones con Ankara durante los diez primeros años de su mandato. Y ahora, con la crisis de refugiados, se deja chantajear. Nadie espera que se una a los manifestantes en Estambul, pero cuando viaja Turquía podría verse con líderes opositores o periodistas críticos”, continúa Özdemir, padre de dos hijos fruto de su matrimonio con una periodista argentina, fan de la serie El show de Larry David, y, como mandan los cánones de su partido, vegetariano convencido.
Tras un periodo como eurodiputado en el que pagó el peaje por un crédito dudoso y por usar millas aéreas obtenidas en viajes oficiales, Özdemir volvió a Berlín victorioso para coliderar Los Verdes, un partido que por sus estatutos ha de estar dirigido por un hombre y una mujer.
Los decepcionantes resultados de las elecciones de 2013 reforzaron al sector moderado, al que él representa, defensor de un Gobierno en coalición con los democristianos de Merkel tras las elecciones del próximo año. La batalla con Erdogan llega en un momento crucial. ¿Se vería como ministro de Asuntos Exteriores negociando con su homólogo turco tras lo ocurrido? En su equipo prefieren no responder a la pregunta. Aducen que una cosa no tiene nada que ver con la otra.