jueves, 9 de junio de 2016

LA DEMOCRACIA ALEMANA SE DEFIENDE DE TURQUÍA.


El acoso de parlamentarios alemanes desde Ankara debe terminar. En ese sentido, el presidente del Bundestag, Norbert Lammert, emitió una señal oportuna; pero las grandes organizaciones turcas no se han pronunciado aún.

La elección del momento apropiado puede ser determinante. Un buen ejemplo de ello lo acaba de dar el presidente del Bundestag, Norbert Lammert. Exactamente una semana ha pasado desde que el Parlamento alemán aprobó por amplia mayoría una resolución que califica de genocidio la masacre de armenios perpetradas por gendarmes del Imperio Otomano. Durante esa semana, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se empeñó en proferir insultos racistas contra los diputados alemanes con raíces turcas. Lammert se encargó responderle, emitiendo una señal clara y oportuna.

Quien difama, amenaza o le hace un desaire a un diputado alemán agrede al Bundestag en pleno, dijo Lammert al principio de la sesión parlamentaria de este jueves (9.6.2016). Y quien la emprenda contra el Bundestag, la estará emprendiendo contra todos los demócratas de Alemania, acotó el político de la Unión Demócrata Cristiana (CDU). ¡Bravo, Norbert Lammert! Esa sí que es una ofensiva democrática.

Esa es la respuesta apropiada a un acoso infundado, articulada en nombre de todas las bancadas parlamentarias.

Y es que la resolución de la semana pasada sobre la cuestión armenia –independientemente de cuán controvertido sea el reconocimiento del genocidio para los turcos– fue adoptada siguiendo todas las reglas de la democracia parlamentaria. Con una mayoría sobrecogedora, el Bundestag admitió la corresponsabilidad alemana en el genocidio de 1,5 millones de armenios.

El presidente turco puede creer que eso le da la potestad de exponer públicamente a los diputados alemanes de origen turco para que sean agredidos por matones o reciban mensajes amenazantes, pero eso no se le debe permitir ni por el lapso de unas horas ni mucho menos por el lapso de unos días. Era necesario hacerle frente ahora, con determinación y usando la voz turca “dur”, que en turco significa: “¡Alto! ¡Hasta aquí y no más!”.

El mal tiempo de Merkel y las organizaciones turcas

A muchos otros les falta el sentido para elegir el momento apropiado para las palabras necesarias. La canciller Angela Merkel, por ejemplo, perdió la oportunidad de condenar explícitamente los desafueros del “hombre fuerte” de Ankara cuando optó por alegar, débilmente, que no era “comprensible” la alusión de Erdogan a la impura sangre turca de los diputados señalados. Y Lammert apuntó, con toda razón, que las organizaciones turcas de Alemania, tan dadas a levantar la voz en otras ocasiones, parecen haber enmudecido de pronto.

¿Dónde están quienes desean ser percibidos en Alemania como demócratas de origen turco? ¿Dónde quedó su rechazo a la campaña de acoso de Erdogan contra diputados puntuales? ¿Les falta solamente la intuición para reconocer el momento ideal para protestar? ¿Les falta cultura democrática? ¿O les falta lealtad de cara a los representantes del pueblo alemán elegidos democráticamente? Sólo la Türkische Gemeinde in Deutschland (Comunidad Turca en Alemania), una asociación relativamente pequeña, refutó las palabras de Erdogan, tachándolas de “abominables y fuera de lugar”. A la Unión Turco-Islámica para los Asuntos Religiosos (DİTİB), que trabaja en Alemania en representación del Gobierno turco, no se le oyó proferir crítica alguna.

Nada de diálogos en el momento erróneo

Peor aún: la DİTİB canceló la recepción del iftar con que se inicia el mes de ayuno del Ramadán y que estaba pautada para este jueves (9.6.2016). El invitado de honor debía haber sido Norbert Lammert. “Acabamos de ver hacia dónde conducen el odio y el agresivo rechazo”, se dice con tono críptico en un comunicado de prensa de la DİTİB.
Se argumenta que hubo amenazas contra el evento. Pero la mejor alternativa habría sido aumentar considerablemente la protección policial del lugar donde el encuentro debía realizarse. Ahora la impresión que queda es que, tras la aprobación de la resolución sobre el genocidio armenio, la DİTİB ya no tiene interés en reunirse con Lammert. Y esa es una señal peligrosa, sobre todo después del fauxpas de Erdogan: quien no desee discutir sobre diferencias de opinión con el presidente del Bundestag sabe que despierta recelo.