sábado, 25 de junio de 2016
"La memoria no debe ser ni diluida ni olvidada; la memoria es fuente de paz y de futuro!"".
El papa Francisco recurrió hoy el tradicional “nunca más” para referirse por segundo día seguido a la histórica matanza de armenios a manos de los turcos, en un acto solemne y emotivo que se llevó a cabo ante la llama eterna del Memorial del Genocidio armenio de Tzitzernakaberd.
En presencia del presidente de Armenia, Serge Sarkissian, y el patriarca de la Iglesia armenia, Karekin II, el Pontífice recorrió un breve trayecto flanqueado por chicos vestidos con los colores de la bandera armenia y una larga fila de militares del ejército con sus fusiles Kalashnikov. Bajo un sol intenso, Jorge Bergoglio caminó lentamente para depositar una corona de flores ante el mausoleo. Luego realizó una oración por las víctimas del genocidio.
En medio de los obispos de la iglesia apostólica armenia vestidos con clásicas sotanas y capuchas negras, el Papa escuchó conmovido como un coro de mujeres cantaban el Hrashapar (canto religioso armenios), acompañados por las flautas tradicionales.
“Aquí rezo, con dolor en el corazón, para que nunca más haya tragedias como ésta, para que la humanidad no olvide y sepa vencer con bien el mal; Dios conceda al amado pueblo armenio y al mundo entero paz y consuelo", escribió el Papa. “Que Dios custodie la memoria del pueblo armenio. La memoria no debe ser diluida ni olvidada; la memoria es fuente de paz y de futuro”, agregó.
A lo lejos se veía la cima nevada del Monte Ararat, lugar simbólico de la cultura cristiana armenia, donde, según la leyenda, se posó el Arca de Noé. Pero que ahora está en manos de los turcos.
Más tarde, el Pontífice se trasladó en avión a Gyumri, feudo de los católicos, que representan una minoría en el país (9,6 % de la población total) frente a la Iglesia Apostólica, la oficial y escindida de Roma desde hace más de 1.500 años.
Allí dio una misa y en la homilía llamó "a construir y reconstruir sin desfallecer" el camino hacia la unidad de los cristianos, y evitar evitar la competencia. Debemos “construir puentes de unión y superar las barreras que separan”, sostuvo.
Gyumri es la segunda ciudad en extensión y en importancia en Armenia, y tiene el triste recuerdo del devastador terremoto que sufrió en 1988 y que dejo miles de muertos.