Occidente entre reconocimientos e impunidades a propósito del Genocidio Armenio en 1915
100 años de un genocidio no es menor en la Historia de la Civilización ni tampoco puede pasar desapercibido para el mundo actual. El presente artículo nos lleva a recorrer desde el origen del pueblo armenio como bisagra civilizatoria y lugar de encuentro de luchas sobre el suelo, al mismo tiempo que se sucedían los conflictos los armenios construyeron su claves civilizatorias “más allá de Armenia la barbarie” para occidente y para oriente. Intenta demostrar como el Genocidio fue cuidadosamente planificado por el Imperio Otomano y luego la República Turca emergente fiel a su pasado continúo con el legado de Hamid el Rojo. A lo largo del mismo se establecen algunas claves para intentar entender el odio visceral desatado en el momento que emergen sueños nacionalistas suspendidos por coyunturas favorables para el Imperio Turco pero que en estado latente irrumpieron violento para determinar que “…todos los derechos de los armenios a vivir y trabajar en suelo turco han sido cancelados…” Talaat Pasha el 9-3-1915… la suerte estaba echada…
Esta intervención en la Regional de Maldonado de la Universidad de la República fue realizada con motivo de conmemorar los 100 del Genocidio del Pueblo Armenio perpetrado por el Estado Turco Otomano en 1915.
La decisión de publicarlo se debió a un colega de Historia Andrés Noguez, que lo leyó y me convenció de enviarlo a la Aphu. Argumentando que era una pieza que crea civismo, crea conciencia de ser uruguayo y fundamentalmente es parte de un país democrático e inclusor. Que desde 1965 reconoció la existencia del Genocidio, siendo el primer Estado en proclamar bien alto que los “DELITOS DE LESA HUMANIDAD, NUNCA CADUCAN”.
Un poco de historia, Armenia es un territorio situado entre el Éufrates, el Cáucaso y el Mar Negro. Es una región de Asia Menor compuesta por mesetas y valles profundos que el pueblo Armenio habito durante varios milenios.
Los Armenios poseedores de una lengua del tronco indoeuropeo del cual provienen los primeros inmigrantes, forjó una cultura propia en comunión con aportes de otras que dominaron la zona. Los armenios forjaron a pesar de la dominación y la división de su patria entre imperios rivales, la conciencia de ser hijos de su tierra. Poseedores de una cultura propia, siendo el primer Estado del mundo en manifestarse cristiano a partir del 301 d.c.
Desde occidente y oriente se acuño el mismo concepto “más allá de Armenia la barbarie”, pueblo y cultura con una cultura no extraña a Occidente y a Oriente al mismo tiempo.
Existieron dos Armenias, una mayor cuyos confines llegaban al Caúcaso con una atracción casi idolatra con el Monte Ararat, y otra una Armenia pequeña en lo que hoy es Cilicia, mediterránea y comercial, que subsistió desde el año 1080 al año 1375.
El pueblo armenio convivió durante aproximadamente 600 años con los turcos, desarrollando un activo comercio con occidente. Mientras el Imperio era fuerte, las minorías cristianas y no cristianas gozaron de estatutos de inferioridad y fueron defendidas por el Sultanato. El S.XIX, el desarrollo del imperialismo capitalista, los intereses de los imperios europeos vieron en el Imperio Otomano la debilidad y la posibilidad de realizar pingues negocios, Inglaterra, Francia, Alemania, Austria-Hungría y Rusia se abalanzaron sobre el mismo para conseguir diversas ventajas económicas y territoriales.
La independencia de Grecia en 1821, la guerra de Crimea 1853-1856, la perdida de Bosnia Herzegovina en 1878, la independencia de Bulgaria en 1908, la pérdida de Libia en 1911 y las guerras de los Balcanes durante los años 1912, la primera y 1913 la segunda. Demostraron al mundo la debilidad y decadencia de la “Sublime Puerta” y con ella el surgimiento del panturquismo que pretendía unificar a todos los pueblos de dialectos turcos o sea crear un estado desde Constantinopla a Kajastan en el Asia Central.
El Panturquismo sedujo las mentes de la intelectualidad, de los líderes políticos y militares, el escollo principal el pueblo armenio que milenariamente se asentaba sobre las tierras que oficiaban de puente entre el imperio decadente y en retirada y los pueblos asiáticos de dialectos turcos. Paralelamente el pueblo armenio poseedor de una conciencia nacional, comienza a ser agitado por la idea de unión nacional de la mano de partidos modernos y organizados para la resistencia como la Federación Revolucionaria Armenia (Tashnagtsutiun), fundado en Tiflis, Georgia en 1890, de clara orientación socialista democrática, que comienza a organizar milicias previendo el futuro.
En esta coyuntura la última década de ese siglo largo que fue el XIX, en los años de 1894 -1896 marco el inicio genocida turco, intentando la primera eliminación total de los armenios, llevada por fanáticos musulmanes turcos y mirado de soslayo por occidente, atado a sus intereses económicos, cayeron entre 200 y 300 mil armenios sin contar las conversiones obligadas y la prohibición de usar su lengua materna.
Desde 1908, los Jóvenes Turcos bajo el nombre de “Comité Unión y Progreso” (Yttihad), establece una política liberal emancipadora asentada sobre la base del respeto a la libertad de pensamientos y creencias. Las minorías obtuvieron al menos nominalmente un estatuto de ciudadanos con plenos derechos.
En 1909, se prepara el genocidio con la represión en la próspera ciudad de Adaná cabeza de provincia donde se asesinó vilmente a 30.000 armenios y occidente volvió a callar, occidente volvió a mirar sus intereses económicos y geopolíticos. Los armenios se sintieron una vez más culpables de su debilidad y la mayoría por miedo a la furia otomana pretendió callar o quiso acallarlo.
Coyuntura que abrió esperanzas al sueño turco de un macro estado alineado tras la “Puerta Sublime” ahora liberal y constitucionalista, al menos en la teoría.
1915: “Todos los derechos de los armenios a vivir y trabajar en suelo turco han sido cancelados…” (Talaat Pasha, Ministro del interior, 9-3-1915)
La Primera Guerra Mundial, fue el decorado ideal para llevar a cabo los sueños de expansión y grandeza del Estado Otomano y sus dirigentes “liberales”. Los armenios se encontraban enfrentados en los ejércitos turcos y rusos. El desastre de las campañas del Cáucaso acelero la solución final otomana. En enero de 1915 los soldados armenios del ejército turco fueron desarmados y masacrados a cuchillo, las ciudades comenzaron a ser arrasadas, la ciudad de Van defendida por la Federación Revolucionaria Armenia y sus guerrilleros resistieron hasta la llegada de los rusos.
En abril comienza la aplicación del Genocidio, plan organizado minuciosamente en Tsalónica durante 1913. Según la ONU, el termino genocidio se aplica a todo “acto cometido con el propósito de destruir, en parte o en su totalidad, a una nación, etnia, raza o grupo religioso”. Las medidas implican: la matanza de los miembros de un grupo, la lesión grave a la integridad física o mental de los miembros de un grupo. Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial. Implica todas las medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo. Por último el traslado por la fuerza de niños de un grupo a otro.
Estas y otras medidas atroces comenzaron simbólicamente el 24 de abril de 1915, con la detención en Constantinopla de los dirigentes naturales del pueblo armenio para luego encargarse de la población indefensa y sin dirección política, “…si esta purga no fuese universal y definitiva, no sólo será buena sino que inevitablemente resultará perjudicial. Es imperativo que el pueblo armenio sea exterminado completamente; que en nuestro territorio no quede un solo armenio, que la denominación armenio sea borrada. (…) Esta vez el procedimiento debe ser un aniquilamiento total: es necesario que no sobreviva un solo armenio” (Doctor Nazim Feehti, jefe de la Chetteh, organismo encargado de reclutar delincuentes para la eliminación de los armenios).
Hombres, mujeres, jóvenes y niños eran masacrados, decapitados, acuchillados, colgados, ahogados en los ríos, torturados por el hambre y la sed en largas caravanas de la muerte. A mediados de 1916 únicamente sobrevivían armenios en Esmirna y Constantinopla, y otros abandonaban su suelo siguiendo al ejército ruso en retirada.
Grupos armados de armenios resistieron en algunas ciudades, para aumentar la furia del gigante herido, otros lograron en bolsas ambulantes llegar a las líneas de los ejércitos aliados en Siria, otros resistieron hasta la llegada de los franceses como ser en el Monte Musa Dagh, donde 4000 armenios grabaron una de las páginas más gloriosas de la historia armenia, resistiendo por más de 40 días, el asedio del ejército turco.
La lucha contra los armenios se prolongó (1920-1922), más allá de la derrota turca en la Primera Guerra Mundial. Kemmal Atatturk, fundador del Estado Turco actual, desconoció literalmente el Tratado de Sevres y arremetió contra la Armenia, conquistando más de la mitad del territorio asignado por los tratados de paz a instancias de la iniciativa del presidente norteamericano W. Wilson
La victoria monumental de los milicianos armenios en la batalla de Sardarabad el 28 de mayo de 1918, otorgo un respiro a la nueva República Demócratica de Armenia, que tres años después es ocupada por los ejércitos soviéticos apoyados por los comunistas locales. Los soviéticos cedieron parte de los territorios a Turquía, delineándose un pequeño enclave en el Cáucaso.
Los aliados por su parte entregan la Cilicia armenia a Turquía generándose una emigración de los sobrevivientes que habían repoblado su tierra natal. El colofón final es la firma de un nuevo tratado con Turquía esta vez en Laussana en 1923 anulaba a Sévres, reconocía los límites alcanzados por los otomanos y borraba de la forma más cruel la palabra armenio y toda referencia a territorios y matanzas de dicho pueblo.
La invasión soviética a la joven República Democrática de Armenia en 1920, significo una vez la división entre imperios rivales y la absorción de la misma en el seno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En el Tratado de Kars a espaldas de los armenios, los soviéticos cedieron los territorios históricos de Ani y del Ararat. En los años de la década del 30, la República Soviética de Armenia, vio como el stalinismo y los cipayos comunistas locales reprimieron a la población, enviando miles de armenios a los campos de concentración siberianos con el objetivo de disolver la República, destruir su Iglesia y liquidar el nacionalismo, la lengua y la tradición milenaria fundiéndola con la turcofona Azerbayján. Los armenios respondieron al llamado y de lugares distantes del mundo poblaron nuevamente su patria. Los bolcheviques transfirieron a Azarbayján Nagorno Karabaj y Nakhichevan al no poder lograr su absorción.
Durante la guerra, Armenia fue fiel a la Federación Soviética, ofrendando la sangre de sus jóvenes en la lucha contra los nazi-fascistas.
En 1965, miles de armenios se lanzan a la calle para conmemorar el 50 aniversario del Genocidio, las tropas soviéticas irrumpieron en Ereván capital de Armenia reprimiendo las manifestaciones a sangre y fuego. Las manifestaciones lograron conquistas un memorial en conmemoración del Genocidio que fue aceptado por los soviéticos. Hoy la llama eterna y las ciudades arrasadas y el millón de armenios asesinados tienen un recuerdo permanente en la lucha por mantener la memoria y lograr el reconocimiento.
El 23 de agosto de 1991, Armenia declara su independencia, que se concreta el 21 de setiembre, desde ese momento soporta el bloqueo y el cierre de fronteras de Turquía y Azerbayján, y desde 1988 logró que el Alto Karabaj fuera una República Autónoma. Goza la Tercera República de buenas relaciones con Europa en su conjunto, con los estados de la CEI y con algunos estados de Medio Oriente, ha emprendido reformas económicas que paulatinamente desmantelaron la economía comunista orientada hacia Moscú.
100 años del Genocidio Armenio
Han pasado 100 años, un siglo, mucha vida, mucha lucha, hoy nos encontramos amparados bajo el techo de esta casa de estudios, bajo la cual creció y maduraron generaciones de luchadores por la justicia y los tiempos nuevos. Casa que supo regar con su sangre el suelo de nuestra patria, al igual que los armenios regaron con la sangre de 1.500.000 el suyo.
100 años es mucho tiempo para las personas, hoy continuamos la lucha por la memoria y el reconocimiento y los sobrevivientes devolvemos, lo mejor de nosotros, el aprendizaje acumulado sintetizado en una frase NUNCA MAS a los genocidios, nunca más a la caza de personas simplemente por ser diferentes, por hablar diferente, por pensar diferente.
Vivimos hoy un mundo de cambios acelerados, de comunicaciones al instante, de todo lo que quiero lo tengo, de cambios sociales, tecnológicos y de una necesidad de seguir cambiando pero lo que no cambia, es la justicia, la igualdad ante la ley, el respeto a la vida, a la integridad física eso es lo que queremos y debemos conservar. Son los derechos que nos hace hombres y mujeres habitantes civilizados.
Pensemos en este pueblo milenario, de lengua indoeuropea, que fue sometido al acto más bárbaro de la estirpe humana: el Genocidio. Siguiendo a Hannah Arendt expresamos, que a esos más de un millón y medio de armenios se le quito la calidad de individuos, de hombres y mujeres, de niños y niñas, fueron reducidos al mínimo común denominador de la vida orgánica, hundidos en el no ser, murieron como ganado, como cosas, que no importo si tenían alma, ni siquiera hubo en muchos casos un rostro donde la muerte hubiera podido estampar su sello. Y fundamentalmente se les negó a morir como seres humanos, bajo los filos de las espadas, el hambre, la sed, las mutilaciones, las castraciones, las interminables caminatas a la muerte se les negó la identidad en las pilas de muertos a los lados de los caminos, en las pirámides de cabezas, en los crucificados, en los ahorcados, en los ahogados. El genocidio le quito hasta la muerte el dolor con el que nosotros habitantes civilizados homenajeamos a nuestros seres queridos, les quito el testimonio que ese que murió había tenido vida.
El pueblo armenio ha logrado a pesar de la Guerra Fría, de enemigos formidables de la verdad, de aliados a la mentira, de la verdad de bases militares, de aliados a la negación de la esencia de occidente, de aliados al espurio interés económico. El mismo interés que llevo a los genocidas de todas las horas a intentar apropiarse de los bienes de los asesinados y desaparecidos. El pueblo armenio ha logrado vencer con la verdad de la palabra, con los hechos y reclamos y proclamamos bien alto el derecho a la Justicia.
El pueblo armenio mantuvo la memoria, la dignidad bien alta, a pesar de las matanzas, las persecuciones, la negación, tuvo que cambiar nombres, apellidos para seguir viviendo, pero sin olvidar que somos hijos del Ararat y del mítico Haik, aprendimos a no olvidar a recordar que somos IAN, aprendimos a transmitir que el olvido lleva más genocidios. Hoy los descendientes, los sobrevivientes aprendimos a enseñar lo que significa memoria la cual trasmitimos de generación en generación. Para nosotros olvido, significa que los otomanos ganaron la partida de la mentira y nosotros somos enamorados de la vida, de la cultura, de la paz y la igualdad para todos. Somos enamorados de la verdad y la memoria.
Los hijos del Genocidio, tenemos la conciencia clara y la convicción bien alta al condenar al Terrorismo de Estado Turco, no queremos constituirnos como anti turcos, no nos afiliamos a los dos demonios, ni a la noción amigo-enemigo. Condenamos al Estado Otomano, no a su pueblo basta recordar como mi tía abuela fue salvada por una mujer turca que le decía constantemente “no te olvides nunca que vos sos IEGHSAPET POLADIAN” palabras que no hacían más que reconocer el valor de ese pueblo masacrado.
Un uruguayo llamado Luis Perez Aguirre, padre jesuita, luchador incansable por los DDHH, pensaba que quizás era hora de repesar los derechos del hombre para organizar una sociedad más justa, más solidaria donde la libertad y los derechos estén en permanente construcción.
Hoy decimos los descendientes del Genocidio de ese 1.500.000, que nuestra lucha es la lucha de masacrados en los campos de concentración nazis, que somos los africanos muertos en Ruanda, que somos los desaparecidos por el pan Cóndor en el cono sur, que somos los desaparecidos uruguayos, que somos los asesinados y presos en las mazmorras de la dictaduras latinoamericanas, somos los discriminados por género, que somos todos los aquellos que son discriminados por no ser como la mayoría quiere que seamos. Hoy los armenios del mundo y sus descendientes estamos de pie y proclamamos bien alto que todos somos seres humanos y que tenemos derecho a pensar diferente, tenemos derecho a vivir y a existir. Y que mientras quede un luchador por los derechos humanos jamás permitiremos que los tiranos lleven al mundo a la esclavitud. Nuestra lucha es la del mundo, nuestra lucha es la LIBERTAD y LA JUSTICIA
Palabras finales….
La pregunta que nos formulamos que es lo que lleva a un pueblo a tratar de eliminar a otro? y ¿Qué es lo que lleva a otros estados a encubrir semejante acto?, ¿Cómo podemos hoy callar las atrocidades que se cometieron y que motivaron otras muchas? ¿No hay responsabilidades de algunos estados que priorizan los intereses económicos a los derechos universales? y una pregunta más ¿puede occidente ser partícipe de la negación continua de un genocidio que mientras no se reconozca, sigue sucediéndose en el tiempo? Mientras occidente no reconozca este acto de lesa humanidad, en cada acto cometido, pensado, de eliminación, de tortura, de atropello, nosotros los descendientes de armenios decimos que vuelven los actos de lesa humanidad que se enquistan en la conciencia occidental.
“Simplemente han sido detenidos y muertos en el marco de un plan general de exter minio de la raza armenia (…) No es un secreto que el plan previsto consistía en destruir la raza armenia en tanto que raza”. Leslie Davis cónsul norteamericano en Turquía
Nosotros los profesores, que trabajamos para que lo jóvenes comprendan y analicen la sociedad en la que viven y sean agentes de cambios conscientes de la etapa que les toca vivir. Debemos ser conscientes en un mundo de comunicaciones al instante de la importancia histórica que tiene la memoria y la verdad en desarrollo y en la construcción de una sociedad democrática donde todos seamos iguales ante la ley.
Como profesores debemos construir una realidad con múltiples miradas, dando respuestas a los diferentes escenarios y sus protagonistas, centrándonos en el caso de los DDHH, en distintas áreas de trabajo, como por ejemplo los distintos escenarios, las reparaciones colectivas, la memoria, la construcción y reconstrucción de los hechos en base a archivos e incluso desde las visitas a los distintos museos de la memoria, todo bajo la estricta mirada de la construcción de la memoria, la verdad y la justicia.
La memoria debe concebirse como un ejercicio colectivo, plural y democrático para garantizar desde la sociedad en su conjunto, la conciencia para que no se vuelva a repetir nunca más. Es desde estas posiciones de democracia, igualdad que debemos hacer el esfuerzo académico para evitar reproducir las acciones y los discursos que sirvan para convertir al hombre en lobo del hombre.
Richard Moisés Azayán
Profesor de Historia, egresado del IPA
Magister en Educación y Sociedad, egresado de la Universidad Católica
Diplomado en Evaluación de Aprendizajes, egresado de la Universidad Católica
Diploma “Curriculum y prácticas escolares en contexto” egresado de Flacso.