Los presidentes armenio y azerbaiyano se reúnen este viernes en Rusia, convocados por su homólogo ruso Dmitri Medvedev, con la esperanza de llegar a un primer compromiso en el conflicto de Nagorny-Karabaj y de controlar las tensiones que aumentan en la región.
Moscú espera que el armenio Serge Sarkissian y el azerbayano Ilham Aliev lleguen en Kazan (república rusa de Tatarstán) a sentar "los principios de base" de un acuerdo, un primer paso para resolver el conflicto,
No obstante, 17 años después del cese el fuego que de facto rubricó la independencia, apoyada por Armenia, de la región de Nagorny-Karabaj, los tiroteos y escaramuzas con las tropas azarbayanas son cada vez más numerosas, en tanto que una retórica crecientemente belicosa crece en ambos campos.
"Esto no es un conflicto congelado, está que hierve", señala Thomas Wall, experto en el Cáucaso del centro Carnegie, en Washington.
"El nivel de la retórica guerrera aumenta la probabilidad de una guerra y el peligro es real que se pase de las palabras a los hechos", dice.
Sobre todo si se tiene en cuenta que Azerbaiyán, rico en petrodólares por sus bastas reservas de hidrocarburos, ha duplicado su gasto militar y ha amenazado en varias ocasiones con reanudar las hostilidades.
La guerra de Karabaj dejó ya 30.000 muertos y un millón de desplazados en la década de 1990.
Moscú espera que el armenio Serge Sarkissian y el azerbayano Ilham Aliev lleguen en Kazan (república rusa de Tatarstán) a sentar "los principios de base" de un acuerdo, un primer paso para resolver el conflicto,
No obstante, 17 años después del cese el fuego que de facto rubricó la independencia, apoyada por Armenia, de la región de Nagorny-Karabaj, los tiroteos y escaramuzas con las tropas azarbayanas son cada vez más numerosas, en tanto que una retórica crecientemente belicosa crece en ambos campos.
"Esto no es un conflicto congelado, está que hierve", señala Thomas Wall, experto en el Cáucaso del centro Carnegie, en Washington.
"El nivel de la retórica guerrera aumenta la probabilidad de una guerra y el peligro es real que se pase de las palabras a los hechos", dice.
Sobre todo si se tiene en cuenta que Azerbaiyán, rico en petrodólares por sus bastas reservas de hidrocarburos, ha duplicado su gasto militar y ha amenazado en varias ocasiones con reanudar las hostilidades.
La guerra de Karabaj dejó ya 30.000 muertos y un millón de desplazados en la década de 1990.