domingo, 13 de noviembre de 2016

Armenia:"La perla del Cáucaso"


Armenia la batalladora, entre la leyenda y la realidad

Armenia es un país bisagra entre Europa y Asia; una bisagra de puerta batiente, que le ha costado más de un desastre histórico; un vivir en el borde de la navaja hace difícil diferenciar entre la leyenda y el dato histórico, entre la realidad y la fe. Nada ni nadie ha conseguido dominar el carácter de sus gentes, orgullosas de sus señas de identidad –monasterios medievales, brandies bíblicos y paisajes extremos- y de su condición de Jardín del Edén.

Monasterio de Sanahim



Gregorio el Iluminador. Según las leyendas, fuertemente trenzadas con la crónica histórica, fue el introductor del cristianismo en Armenia. El pozo en el que estuvo encerrado durante 13 años, como castigo a su labor predicadora, todavía se puede visitar en las entrañas del Monasterio de Khor Virab, situado en una loma, en medio de una paramera infinita y escarchada a los pies del Ararat, piedra angular de algunas de las disputas enquistadas con la vecina Turquía. Aunque una tradición más antigua todavía sostiene que los armenios son descendientes directos de Haik, bisnieto de Noé, cuya arca terminó los días del diluvio encallada en lo alto del monte bíblico, de ahí que los armenios llamen a su país Hayastan, la tierra de los hijos de Haik… Los primeros que hablaron de “Armenia” fueron los griegos hace sólo 3.000 años.

En honor a Gregorio el Iluminador, la Iglesia armenia lleva el sobrenombre de “gregoriana”, aunque también es muy popular el de “apostólico” porque fueron Bartolomé y Tadeo los que fortalecieron las raíces religiosas en este pedacito de tierra justo en medio de esa delicada, flexible, y a veces transparente, frontera imaginaria entre Europa y Asia.

Catedral de Echmiadzin


Quizá por eso en Armenia hay un poco de todo: tendencia a las costumbres occidentales, rasgos orientales, influencias rusas, referencias persas y algún templo romano, tiritón y paradójico, (Garni, en Kotayk) que el imperio se olvidó de desmontar con la caída.

Pero los armenios se consideran totalmente únicos y defienden con pasión sus características distintivas: el idioma, su condición de primer país que abrazó el Cristianismo como religión de estado y la posibilidad -para ellos certeza- de que allí estuvo situado el Jardín del Edén.

Incluso la diáspora (superior a la población residente) hace suya esta tarjeta de presentación.


Monasterios tallados en la roca, un túnel del tiempo

El invierno armenio es duro (seco, contundente, recio) y no le hace justicia a su condición de paraíso bíblico. Dicen que la primavera es la mejor época del año para conocer el vergel que en realidad son sus planicies, la densa frondosidad de sus montañas y el dulzor de sus albaricoques, según la tradición, una vez más, originarios de estas tierras.

Pero recorrer el país con las primeras nieves es mucho más auténtico y, además, garantiza la soledad en lugares tan místicos y sugerentes como el monasterio de Haghpat o el de Geghard, escondido entre gargantas desnudas, ajeno por completo al paso del tiempo y repleto de salas cavernosas.

Geghard


En sus paredes brotan constantemente las cruz-piedras, el símbolo más característico de Armenia, labrado desde hace siglos por artesanos casi en peligro de extinción para conmemorar victorias, evitar catástrofes naturales o pedir por la salvación de los muertos.

El ambiente de Geghard es aterradoramente medieval, como si el viaje hubiera sido en el tiempo y no en el espacio. Hasta parece normal escuchar un coro femenino encapuchado que ensaya los temas de misa en un salón bajo tierra. Son chicas de carne y hueso del siglo XXI pero sus voces podrían pertenecer perfectamente al XII.

Y es que en Armenia casi todo se mueve entre el pasado remoto y el presente. Algunos barrios de la capital, Yerevan, son el guiño más claro a las últimas tendencias. En Cascade, por ejemplo, las esculturas de Botero alternan con el museo de arte contemporáneo, las tiendas de marca, los restaurantes de diseño y las obras de Barry Flanagan o Lynn Chadwick.

Cascade


Pero a veces pesa más la impresión de que la etapa comunista –históricamente muy reciente- sigue siendo demasiado alargada: los coches, el corte de pelo, el estilo de la ropa, el ambiente de algunos hoteles o los colores retrotraen a los países recién nacidos del otro lado del Telón de Acero.

Una copa de brandy, una historia

Una de las grandes apuestas de futuro de Armenia es el vino o, en el caso de Yerevan, el brandy. En algunas fábricas presumen incluso de haberle comido terreno a las bodegas francesas y citan a Herodoto y Xenophon como los primeros entendidos que loaron, hace 2.500 años, las cualidades y beneficios de los caldos armenios.


Fue aquí también donde surgieron algunos de los primeros observatorios astronómicos de Occidente, al calor de los conocimientos que discurrían por la cercana Ruta de la Seda. En Metsamor o Karahunj sobreviven algunos restos del 2.800 a.C.: relojes de sol, capiteles y animales de piedra que van cediendo el paso a otros rincones igualmente mágicos: puestos de frutas escarchadas, cementerios olvidados dentro de monasterios antiquísimos o paisajes como el Sevan, un lago radicalmente dragado durante la etapa comunista, que sin embargo conserva el aura de mujeres tan bravas como la princesa Miriam, constructora de la Iglesia de Nuestra Señora, uno de los primeros lugares de culto cristiano tras 200 años de dominación árabe.

El primer genocidio del siglo XX

Los armenios han luchado contra viento y marea para seguir siendo cristianos en tierra de nadie o, lo que es peor, en tierras de diferente credo. Desgajados durante años contra su voluntad entre Rusia, Persia y el Imperio otomano, consideran que ellos han sufrido en carne propia el primer gran genocidio del siglo XX. Corría el año 1915 y los turcos, después de décadas intentando domar su resistencia y sus creencias a base de impuestos, represiones y ocupación, comenzaron una serie de deportaciones masivas y políticas de terror que acabaron con la vida de 1,5 millones de armenios: daños colaterales, dirán algunos, de la Primera Guerra Mundial.


Un hecho evidente para el Parlamento Europeo, que reconoció la masacre en 1.987 junto a otros gobiernos occidentales y un grano en salva sea la parte para EEUU y Gran Bretaña, permanentemente interesados en la posición geográfica de Turquía. Pero lo cierto es que si todo el país ha sido una conmovedora transición de épocas, situaciones y estampas para quien llega de fuera, a ellos se les ponen los pelos como escarpias cuando llegan a su Museo del Holocausto y recitan, como si no hubiera pasado el tiempo, los acontecimientos que todavía hoy les separan, sobre todo espiritualmente, de su vecino del Este.

Armenia ha dado varios pasos de gigante y ahora quiere contar su historia. Es difícil, al principio, entenderla del todo, pero deja un poco de curiosidad insatisfecha que pocos países, sobre todo en la vieja Europa, son capaces de generar, quizá porque aquí citan más a la historia de andar por casa, la de la “h” minúscula, la intrahistoria de Unamuno, que a la de la mayúscula oficial, no siempre acertada.

BITÁCORA

Ejmiatsin: es el centro espiritual de Armenia y la residencia del Katolikós, líder la iglesia gregoriana. Son muy bellas las iglesias de Santa Hripsime y Santa Gayane que rodean el conjunto, catalogado como Patrimonio de la Humanidad.

Sanahin y Hagphat: los primeros en acceder al listado de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Valles verdes y construcciones recias, musgosas y de techos puntiagudos.

Noravank, ‘Nuevo Monasterio’, escondido entre montañas de piedra roja, la misma que se ha utilizado para construir las diminutas iglesias de Juan el Bautista, la más antigua, del siglo XII, y la de San Gregorio.


Monasterio de Khor Virap: en la llanura de Ararat, casi desconocido. Cuidado con el descenso al pozo de Gregorio el Iluminador porque puede ser un poco claustrofóbico, aunque es lo más curioso del lugaR




Geghard: también es Patrimonio de la Humanidad. Todos los edificios están construidos en parte sobre la montaña y en parte excavadas en su interior. Mágico.

Templo de Garni: único recuerdo de que Armenia perteneció al Imperio romano. El templo ha sido restaurado. Cerca, las termas de su propietario, el gobernante Sohaemus (175 d.C).



http://www.viajesdeprimera.com/internacional/armenia-la-batalladora-entre-la-leyenda-y-la-realidad/1940