viernes, 10 de marzo de 2017

Cárceles y represión en la Turquía moderna


Ya hace más de un año desde que se retomó el conflicto entre Turquía y el movimiento kurdo, un periodo de tiempo en el que el Estado turco ha encarcelado a más de 6000 personas, que se suman a las más de 3000 que ya cumplían condena en diferentes prisiones de la geografía turca. El movimiento kurdo ha aprendido a crear lazos en cada ámbito de la lucha, cosa que es palpable en los diferentes grupos y asociaciones de apoyo a presos políticos que se organizan por todo el territorio. En 1999 después de la detención del líder del movimiento kurdo Abdullah Ocalan, 44 madres de presos se organizaron y crearon un grupo de apoyo a los presos políticos que se llamaría Madres Por La Paz, que hoy en día cuenta con 20 centros en todo el Estado turco. “Nosotras somos las madres. Nos han robado a nuestros hijos, los han matado. Tenemos el corazón herido, por eso iremos hasta el final” dice Emine Özbey, una de las fundadoras de la asociación y madre de dos hijos que han pasado por prisión. Nos cuenta que ella y su marido estuvieron en la cárcel por su militancia política y como la tortura forma parte del arresto: “cuando estaba arrestada en comisaría fui torturada y no me dieron agua en 3 días”.

La fundación de derechos humanos turca I.H.D. enumera más de 100 presos gravemente enfermos y 20 con cánceres terminales. Miles de detenciones arbitrarias al año e innumerables casos de tortura. El Estado intenta “comprar” a las activistas siempre que puede, topándose, sin embargo, con la determinación de las activistas: “muchas veces el Estado viene a comprarnos pero nunca nos verás diciendo que nuestro Estado es Turquía. Nuestro objetivo es la paz. Pero iremos hasta el final por nuestra lengua, nuestra cultura, nuestros hijos y con nuestro presidente Öcalan” termina Emine.

En 40 años de lucha por los derechos kurdos el gobierno de Ankara ha sabido modificar y perfeccionar la represión convirtiendo las cárceles en armas de guerra. Hay más de 1500 personas que cumplen cadenas perpetuas, entre ellas Abdulla Öcalan, que lleva un año incomunicado. La federación pro-presos políticos Tuhad-Fed nacida a principios de los 80 de la organización de las familias de los presos que estaban en la cárcel de Amed, famosa en esos años por los numerosos asesinatos y malos tratos, ha sido una clara muestra de resistencia y apoyo a presos desde ese día. Es después, en los años 90, cuando el Estado turco empieza a utilizar la dispersión a modo de castigo sistemático a todo preso político kurdo, nos cuenta Kurul Esbaskani, co-presidente de la federación. “La prisión formaba parte de la vida de la población kurda, ya que todo el mundo tenía algún familiar dentro de prisión. Las familias se empezaron a organizar y es por esta coordinación que esta federación se hizo más fuerte”, dice. En 1996 se empiezan a crear diferentes asambleas y grupos que trabajaban con esta federación. En cada ciudad o pueblo que tuviera presos se creaban asambleas y en 2003 Tuha-Fed se convirtió en la coordinadora de un basto número de grupos por todo Turquía.

Uno de estos grupos es Tuha-Der en Amed, quienes tras varias ilegalizaciones reabrieron en 2008 ”para cuidar y seguir a las familias de los presos, sus condiciones de vida, sus necesidades, abogados…” cuenta Cahit Demirkiran, militante de este grupo. “Intentamos estar preparados para ellos” afirma. La estrategia de dispersión es usada “para romper cualquier coordinación que hiciera que los presos se organizaran. Por eso se los llevan a sitios separados para que no tengan contacto y romper los lazos de solidaridad” explica Cahit. No contentos con eso, la estrategia turca de dispersión va de la mano de cacheos y malos tratos. Se planifican los traslados de manera que el mínimo número de presos kurdos compartan cárceles, llevando a muchos de ellos a las otras puntas de Turquía como Edirne o Tekirdag (en la frontera con Bulgaria), Ankara, Antalya o Trabzon (en la zona del mar muerto). Hace un mes 25 presos fueron torturados y dispersados por el mero hecho de hablar kurdo. “Están haciendo que la cárcel sea insoportable para nuestros presos” cuenta Cahit. El Estado también presiona a estos grupos de apoyo y a día de hoy hay más de 100 personas presas pertenecientes a esta federación.

En el caso de las cárceles para menores, se llevan años denunciando las torturas y malos tratos. Hay más de 200 menores encarcelados y unas de las mayores preocupaciones para estas asociaciones son las malas condiciones de estos centros penitenciarios. “Turquía mete a estos chavales en prisiones tipo D, que no deberían de ser tan duras pero ellos se encuentran en las mismas condiciones que los presos políticos kurdos adultos” nos cuenta Kurul. En 2012 se hacía eco la noticia de un adolescente llamado Agit Baĝriyanik que denunció que en la prisión para menores de Adana se violaba a los reclusos. Él tuvo que huir del país por las presiones recibidas desde el gobierno de Ankara y la periodista de DIHA que escribió el artículo,Zeynep Kuris, fue encarcelada por propaganda contra el Estado.

La cárcel y los métodos de tortura dependen mucho del género que los sufre. En los años 90, durante la guerra, Turquía utilizó métodos de tortura cruentos, centrados sobre todo en las militantes mujeres, a quienes cortaban los pechos o esterilizaban, y las agresiones sexuales también formaban parte del día a día. Gracias a presiones internacionales pero sobre todo del movimiento kurdo esta situación ha cambiado ligeramente. Hoy en día hay más de 800 presas políticas kurdas mujeres, dispersadas, también, alrededor del territorio turco. Las torturas y agresiones siguen siendo constantes, tanto en las comisarías durante el arresto como dentro de prisión. La mayoría de las funcionarias de prisiones son mujeres aunque sigue habiendo hombres y hay cámaras de grabación 24h tanto en las duchas como en las celdas, haciendo casi imposible un ápice de intimidad. Gulfan Karatas, militante kurda y ex-presa nos cuenta que ha pasado por varias prisiones tipo E. El Estado turco categoriza las cárceles con letras, de menor a mayor dureza siendo las de tipo F las de máxima seguridad. Las celdas tienen capacidad para alojar a 7 reclusas pero debido a la sobrepoblación de las cárceles, tuvo que convivir con otras 14 personas. “Dormíamos en la cocina, en el suelo, las camas eran individuales y no las podíamos compartir…” cuenta.

Las presas que son madres conviven con sus hijos hasta los 6 años, aunque las condiciones no cambian. Estos niños y niñas comparten celda con sus madres y viven en módulos normales, es decir, que conviven con la realidad de la cárcel los primeros 6 años de su vida.

Tras el golpe de Estado del 15 de Julio.

El intento de golpe de Estado del 15 de julio le ha servido al Partido Justicia y Desarrollo (AKP según sus siglas en turco) para endurecer la lucha contra los kurdos a todos los niveles. Bajo el Estado de Emergencia que decretaron después del golpe, la policía puede detener a cualquier sospechoso de parecer “demasiado nervioso” o incluso dispararle. El tiempo de incomunicación en la comisaría ha ascendido a 1 mes y pueden encarcelar “al sospechoso” sin pruebas y un tiempo ilimitado.

Dentro de las cárceles la situación empeora. Antes los reclusos podían tener una hora de visita semanal y podían dar tres nombres cada semana. Ahora, en cambio, sólo la familia más cercana puede ir a visitarle y las visitas se pueden efectuar una vez cada dos semanas. Las familias a parte de pasar por los controles de rayos X, son desnudadas y cacheadas sin excepciones. El tiempo de llamadas a descendido a 8 o menos minutos cada dos semanas y el envío de cartas ha sido detenido, es decir, las cartas de los presos no salen de prisión y las de las familias no entran en la celda. “Después del golpe de Estado, no dejan que ningún preso tenga contacto alguno con su familia” cuenta Kurul.

Las cárceles tipo F son las más duras en Turquía. Muchos presos políticos ya lidiaban con eso antes del golpe de Estado pero ahora casi todos ellos están bajo este régimen. Antes del golpe de Estado durante el día podían compartir celda tres de ellos aunque a las noches estuvieran aislados. Ahora permanecen aislados 22 horas al día, menos las dos horas de patio que comparten con algún otro preso. Las celdas no están iluminadas y no tienen derecho a hacer actividades deportivas. Un caso significativo es el de Ergin Akdas, preso en Ismir, quién perdió ambos brazos y ha permanecido aislado durante varios meses en una celda sin ducha. Los abogados de Tuha-Fed consiguieron que le cambiaran de régimen pero no tienen ninguna confianza en que eso pueda permanecer así.



Todos estos casos son una prioridad para Madres por la Paz y la Federación Tuha, pero también lo es el visibilizar esta problemática en la calle y pese a la prohibición de manifestarse, son numerosas las sentadas y marchas que se organizan. Con todo ello, también intentan visibilizar las obras de los presos en la cárcel. Son innumerables los libros de poesía, narrativa, historias para niños… que escriben al año así como las obras de escultura y pintura. Muchos de los reclusos han ganado también premios nacionales de literatura que Tuha-Fed ha ido a recoger y nos muestran orgullosos. Para mantener viva la importancia de los presos, el 1 de Noviembre, día mundial de Kôbane, Tuha-Fed junto con Tuha-Der ha organizado una exposición de todas las creaciones artísticas que salen de la cárcel en el Parque Summer de Amed. “Estará abierto a todo el mundo y la gente podrá pagar por entrar y ese dinero lo donaremos a las familias de Sur y Cizre, que han perdido sus hogares por los bombardeos turcos” cuenta Kurul.

La autoría de este artículo es anónima. La fuente original es este artículo.