jueves, 19 de enero de 2012

Turquía desprolijamente "apurada" en cerrar el caso Hrant Dink.


La nueva sentencia por el asesinato del periodista turco-armenio Hrant Dink, hecha pública este martes, ha provocado un enorme revuelo en Turquía. Aunque uno de sus presuntos inductores, Yasin Hayal, ha sido condenado a cadena perpetua, el otro acusado, Erhan Tuncel, ha sido absuelto de los cargos, aunque se le ha condenado a 10 años de cárcel por otro crimen, la colocación de una bomba en un restaurante de comida rápida en Trabzon en 2004. Se trata, además, de los únicos culpables, según la sentencia. Y he aquí la gran polémica.

Dink, director de la revista bilingüe «Agos», fue abatido a plena luz del día a la salida de su oficina en el centro de Estambul, hace exactamente cinco años. Aunque su asesino material, un joven ultranacionalista de 17 años llamado Ogün Samast, fue rápidamente capturado e incriminado, la familia y compañeros de Dink siempre han sostenido que había mucha gente detrás, incluyendo a varios responsables estatales y policiales, el llamado «estado profundo».

Por ello, a su funeral asistieron más de un millón de personas, y el asesinato se vio sucedido por una serie de manifestaciones contra la impunidad en los crímenes políticos, a la cabeza de las cuales se situó el escritor y premio Nobel Orhan Pamuk. Un movimiento que cambió Turquía. Desde entonces, ningún intelectual ha vuelto a ser asesinado de esta forma en el país.

Ahora, la sentencia renuncia a ir más allá de la mera superficie, y niega que los tres hombres ya condenados formasen parte de ninguna organización, a pesar de las evidencias presentadas por los abogados de la familia Dink, así como por numerosos periodistas de investigación. «Se han divertido con nosotros a lo largo de los cinco años de proceso. No sabíamos que guardaban la mayor broma para el final. Esta sentencia significa que la tradición estatal de asesinatos políticos permanece intacta», ha declarado una de las abogadas, Fethiye Çetin.

Cada año, el aniversario del crimen es testigo de una manifestación multitudinaria desde la céntrica plaza de Taksim hasta la redacción de «Agos». Este año, el número de asistentes, que reclaman el fin del «estado profundo», será todavía mayor.