viernes, 24 de agosto de 2012

CARTA A UN VIEJO CONOCIDO TURCO por Bogdan Gembarski.

Publicado en el semanario Kierunki de Varsovia, Polonia, el 26 de noviembre de 1961



Tu carta fue una agradable sorpresa, ya que al no contestar tus compatriotas a las cartas enviadas desde Polonia, nos había obligado a renunciar a mantener correspondencia con vuestro país, aunque es posible que nuestras cartas nunca hayan llegado a destino. El mejoramiento gradual de nuestras relaciones hace prever que tu patria dejará de ser uno de los países asiáticos que miran con malos ojos a Polonia.



Manifiestas en tu carta tu satisfacción por el hecho de que el año 1960 haya significado la liberación de tantas colonias, aun cuando tu país nunca fue una colonia en el verdadero sentido de la palabra; por otra parte, los negros no te interesan demasiado que digamos. Te alegras por la recuperación de Polonia de sus tierras occidentales, pero olvidas decir que los polacos tampoco te importan mucho.



Hace ya muchos años de tu visita a nuestro país. En ese entonces ambos éramos jóvenes y curiosos. Polonia te interesaba, y a mí, tu pueblo exótico cuya suerte se cruzó con la nuestra para mal de ambos. Los motivos históricos que teníamos eran suficientes para interesarnos mutuamente por nuestros países. En cuanto a mí, yo tenía un motivo más para interesarme por tu patria. Tenía la necesidad de mirar a los ojos de quien debiera sentirse responsable por el crimen más horrendo de la historia de la humanidad: crimen, al que hoy llaman genocidio.



Nos conocimos en el año 1936. Conversamos sobre el tema que más nos interesaba. Te observé largamente. Debo confesar que en nuestro primer encuentro tuve de ti una impresión muy favorable. Eras un joven muy apuesto, digno representante de un pueblo conocido como el más hermoso del Cercano Oriente, de la Roma islámica. Eras además inteligente, sagaz y sociable. En una palabra, estabas dotado de todos los atributos que conquistan el corazón de las mujeres y la amistad de los hombres.

Recuerdo aún cómo palideciste al preguntarte por primera vez sobre “aquello”. Borroneabas un papel y debí repetir mi pregunta. No te atrevías a mirarme a los ojos. Seguías dibujando cuadrado tras cuadrado mientras farfullabas que eras muy pequeño cuando ocurría todo “aquello”. Es verdad, dijiste, que habías escuchado algunas cosas, pero no te figurabas que todo hubiera podido ser así, que en ese momento no estabas en condiciones de responder, pues necesitabas meditarlo y entenderlo.

No nos vimos más. Es probable que me hayas evitado hasta tu partida de Polonia. Han transcurrido ya 25 años de aquella conversación, lapso suficiente, seguramente, para meditar profundamente sobre la cuestión y llegar a una conclusión digna de un hombre.

En tu carta no hay ninguna alusión a aquella famosa conversación nuestra. Es como si no la hubiéramos mantenido. Leo sin embargo entre líneas, que la tienes presente al denominar criminales las acciones sin precedentes de Eichmann. Pero sabes muy bien que Eichmann no fue más que un buen discípulo vuestro, y todo lo que él hizo con los judíos fue la exacta reedición – aunque en mayor escala – de lo que tus compatriotas hicieron con los armenios en el año 1915. Y te pido, no olvides, que en la historia de la humanidad lo ocurrido en 1915 fue el primer exterminio, científicamente planificado, organizado y ejecutado, de todo un pueblo.



Esa masacre, minuciosamente pensada en sus mínimos detalles, no ofrecía semejanza alguna con las operaciones ocasionales de un Abdul Hamid quien en los años 1895-1896 incitaba al populacho y a las hordas turcas en contra de los armenios, logrando, en sí, resultados modestos - apenas medio millón de muertos- .



En las matanzas en masa del año 1915 que continuaron sin interrupción durante los años subsiguientes hasta la completa sofocación de los focos de resistencia armenios centralizados en Van, la zona rusa de Azerbeidjan y Kars, fueron masacrados 3.000.000 (tres millones) de armenios, es decir, el 60% de ese pueblo. Sobrevivieron solamente los que se hallaban fuera de vuestras fronteras. Partiendo del número de armenios existentes en el año 1911, y tomando en cuenta la tasa normal de crecimiento de estos últimos cincuenta años, se calcula que actualmente debería haber en el mundo 10.000.000 (diez millones) de armenios, cuando en realidad apenas llegan a 4.000.000 (cuatro millones).

Esto significa que, eliminando a una persona, eliminabais sus generaciones futuras con una perspectiva de miles de años. Este fue el propósito de quienes organizaron las matanzas. Los 3.000.000 asesinados en el período 1915-1920, hubieran generado en el curso de cuarenta años, a 6.000.000 (seis millones) de seres. Vuestro Ministro del Interior Talaat Bey, hacía la siguiente declaración oficial en esos días: “No existe ya cuestión armenia puesto que ya no existen más armenios”.



Talaat fue el genial predecesor de Himmler. El verdugo directo de los armenios, predecesor de Eichmann fue Enver Pashá, general en jefe del ejército turco, quien debía su vida a los armenios (para desgracia propia soldados armenios lo salvaron del sitio ruso). Ambos, Talaat y Enver, recibieron merecido aunque leve castigo. Talaat fue sesinado en Berlín por un estudiante armenio, Soghomón Tehlirián, en el año 1921, y Enver cayó por el disparo de un soldado ruso en el año 1922 (En realidad era un oficial armenio del ejército Rojo de nombre Hakób Melkumián -N.d.T.-).



Lamentablemente, vuestra intelectualidad fue el tercer asesino. Son dignos de desprecio por haber permitido a esa organización criminal la persecución fanática de armenios en un momento en que el pueblo, el clero musulmán y la aristocracia se mantenían al margen de las matanzas e incluso realizaban esfuerzos por salvar a los armenios. Dudo que en la literatura universal se ofrezcan escenas más conmovedoras que la relatada por Franz Werfel acerca de algunos ancianos turcos que a escondidas escalaban el Musá Dagh para alcanzar algo de víveres a los armenios sitiados en sus alturas. Sólo por tal gesto se podría amar a vuestro pueblo, infamado por vuestra propia intelectualidad en los luctuosos años de las matanzas armenias.



Lamento no poseer a mano cifras exactas para ofrecerte. La totalidad de mis apuntes sobre el particular se perdieron en el incendio de la sublevación de Varsovia, sublevación que fue un eslabón más de las insanas matanzas de que fueron objeto los armenios, judíos, rusos y los hindúes de la India islámica. Me veo obligado por lo tanto a enumerar a secas hechos olvidados por la mayoría.


Las matanzas de armenios del año 1915 así como las de de judíos por Eichmann, no tenían en sí mismo carácter de tales; eran “disposiciones policiales” cuyo resultado fue la horrorosa e inevitable muerte de millones de seres. Sabemos de fuente fidedigna, que las autoridades obligaban a los armenios a abandonar sus hogares en el término de dos horas con el pretexto de conducirlos a nuevos hogares. Les permitían llevar solamente bultos ligeros, de mano, de modo que todas sus pertenencias quedaban abandonadas a disposición de la población turca. Estaba severamente prohibida la utilización de todo medio de transporte. No se hacían excepciones con los ancianos con los enfermos,niños, ni con las mujeres en estado de gravidez. Soldados munidos de armas y látigos acompañaban a estas caravanas que se desplazaban a pié bajo el sol abrazador de Asia Menor. Si algún campesino islámico compasivo intentaba alcanzar un poco de agua a los sedientos armenios, era abatido a latigazos o directamente eliminado en el acto.



Si como ocurría a cada instante en ese cortejo fúnebre, alguno de los deportados caía desfalleciente,los soldados lo molían a puntapiés o lo mataban directamente. Hordas de bandidos y vagabundos que seguían a las caravanas, desnudaban entre burlas y blasfemias a los cadáveres con la callada complicidad y la aprobación de los soldados. Raptaban a las mujeres jóvenes y las niñas y, tras someterlas a inimaginables vejámenes, les quitaban la vida con toda clase de refinamientos.Todo esto ocurría de acuerdo a instrucciones secretas con la finalidad de exterminar a los deportados durante la marcha.



Al cabo de algunos días de marcha infernal,al mermar la columna de deportados, separaban del grupo a los hombres y los enviaban a construir carreteras para uso de operaciones militares. Formaban destacamentos de trabajo y a cada uno de esos hombres le tocaba la construcción de un tramo de 2 kmts. de camino. Una vez cumplida la tarea asignada mataban a esos trabajadores. Las mujeres, los niños y los ancianos eran conducidos aún más lejos, hasta centros de exterminio previamente determinados entre Der Zor y Meskené, en el desierto mesopotámico. Werfel cita las palabras de un oficial turco a la vista de los deportados: “….aquellos ya no eran seres humanos, eran espectros, …espectros de monos con forma humana que gradualmente van muriendo alimentándose de pasto. Aullaban de hambre… mujeres buscaban granos no digeridos de cebada en los excrementos de los caballos…”.



Diariamente, el número de víctimas sobrepasaba los 10.000 (diez mil). ¿Hay alguna diferencia con lo que ocurría en los campos de concentración de Hitler? Quizás la siguiente: los guardias de los campos de concentración de Hitler tenían derecho de vejar a las mujeres y a las niñas mientras tuvieran apariencia humana. Para esto no hacían discriminación racista.

La deportación abarcó a todos los miembros de este desdichado pueblo armenio, desde la frontera búlgara hasta la de Persia. Si encontraban algún armenio fuera de la zona de deportación, de los destacamentos de trabajo o de las caravanas, lo mataban en forma inmediata. Quienes los protegieran corrían el riesgo de ser fusilados en el acto. En caso de duda acerca de la nacionalidad del detenido lo examinaban para comprobar si estaba circunciso o no. Exactamente como en la época hitleriana pero con la diferencia que en Turquía mataban a los que no lo estaban.

Los integrantes de los batallones armenios que lucharon valientemente para salvar la vida de Enver Pashá, fueron incluídos en los destacamentos de trabajo y fusilados por órden del mismo Pashá una vez cumplida la tarea asignada.

En ese entonces Estambul era todavía el centro de las culturas armania y griega, no menos que de la turca. La cultura armenia se destacaba notoriamente. En un tiempo ahí habían creado Tourian y Beshiktashlian, los más grandes poetas de Armenia Occidental, el Byron y Shelley respectivamente del oriente cristiano. Les siguieron una pléyade de poetas, novelistas y dramaturgos de fama que perdieron sus vidas en el año 1915. En la ruta del martirio,en las cárceles y las zonas de deportación expiraron Krikor Zohrab, Ruben Zartarian, Daniel Varuyan, Iervant Srmakeshjanian y decenas de otros conocidos escritores, artistas y músicos. El genial compositor, musicólogo y recopilador de temas populares armenios, el Padre Komitás, salvado por milagro, perdió definitivamente la razón . Falleció internado en un sanatorio de enfermos mentales en Paris al cabo de veinte años de locura.

Comenzó la implacable matanza de aquellos armenios que de una forma u otra habían logrado evitar la deportación. El ataque se dirigió en primer término contra los armenios que pudieron resistir en algunas regioines de Cilicia y en las proximidades del lago de Van con la ocasional ayuda de franceses, ingleses y rusos. Después de la revolución de Kerensky, al desintegrarse el frente ruso del Cáucaso, la matanza se propagó hacia Azerbeidjan y Armenia rusa que hasta entonces permanecían fuera de las zonas de demarcación de las deportaciones. Las tropas turcas avanzaban arrasando totalmente la población de las aldeas armenias. Para cruzar los riachuelos que bajaban de las montañas, improvisaban puentes con los cadáveres.

Prosiguió la tremenda matanza de Bakú y un desigual enfrentamiento con los dashnaks, prácticamente una continuación de las matanzas del año 1915. Es cierto que los armenios también cometieron crueldades.No los elogio, pero tampoco los condeno.

La ocupación de Ereván por las tropas rusas (otoño de 1920 ) preservó de vuestra furia el resto de tierra armenia. Pero simultáneamente, sin un sólo disparo, les fue entregada la región de Kars y el valle del Ararát que jamás pertenecieron a Turquía.

Diré de paso, que la ocupación de estas tierras no deparó a ustedes ningún beneficio. Hace aproximadamente dos años pasé a lo largo de la frontera armenio-turca. El trayecto duró unas dos horas. En esas dos horas no alcancé a ver un solo ser viviente del lado turco.

Acaso contra toda ley divina y humana ¿masacrasteis a los verdaderos dueños de esas tierras simplemente para dar el nombre Turquía a toda esa región?.

Perdona que te haya aburrido con la descripción de hechos ocurridos hace una decena de años. Seguramente todo lo relatado te es conocido por los “Cuarenta días del Musá Dagh” de Franz Werfel o por nuestra conversación de hace 25 años. Como quiera que sea, espero que aceptes que el asesinato de 3.000.000. y la eliminación de los 6.000.000 (seis millones) que hubieran nacido de estos merece la pena de robarte, una vez más, parte de tu valioso tiempo.

Dentro de cuatro años, es decir, en 1965, se cumple el cincuentenario de la GRAN VERGÜENZA. El siglo XX no se inició la primera noche de enero de 1901, sino unos años después, en el verano de 1914 así como el siglo XIX comenzó en 1815, después de la batalla de Waterloo. No es posible encasillar la Historia en los marcos de un almanaque; de ahí esta movilidad de fechas.

Cada siglo tiene su propia fisonomía. El siglo XX se diferencia de los precedentes por ser el siglo de los mayores crímenes, y a la vez, de las más amplias indemnizaciones. Las matanzas en masa como intento de exterminio de determinados pueblos no lograron – felizmente – un éxito total. La primera tentativa de genocidio – cumplido en un 60% – fue llevado a cabo antes de finalizar la primera década de nuestro siglo, en 1915. Se llamaba “Solución definitiva de la Cuestión Armenia”, similar al intento de “Solución definitiva de la Cuestión Judía” que la Alemania de Hitler logró en gran parte. Sin lugar a dudas, los planes de Hitler consideraban asimismo la “Solución definitiva” de las cuestiones polaca y rusa (eslava en general), que en parte se llevaba a cabo en los campos de concentración, en las cárceles y con los fusilamientos. Sé que en aquellos días algunos polacos, franceses, y aún ingleses y americanos, pensaban en la “Solución de la Cuestión Armenia” igualmente condenable por cierto,aunque sicológicamente comprensible para la época en que se vivía.Los nacionalistas ucranianos por su lado ,solucionaban la “Cuestión Polaca” en Volin y la Varsovia sublevada, y los croatas la “Cuestión Serbia” en Croacia. ¿Y las terribles matanzas de hindúes y mahometanos de los primeros días de la independencia de India y Pakistán no fueron acaso ingenuas tentativas de “soluciones definitivas” y genocidio?. Una vez infringidas las leyes morales consideradas fundamentales en la sociedad humana, hechos similares resultan cada vez menos difíciles, hasta que el acto más inmoral e inhumano se torna completamente natural.

La iniciativa de ese camino resbaloso fue de tu pueblo, cosa que no suaviza en absoluto ni los crímenes de Hitler ni la responsabilidad de sus ejecutores. Ellos no conocían mucho que digamos de vuestas “expediciones armenias”, pues en contraposición a los vuestros, los Enver alemanes eran semi-intelectuales. El aire estaba ya bastante contaminado por el odio recíproco que avanzaba como una epidemia, fetidez proveniente, quizás, de los cadáveres armenios que no tuvieron sepultura. De todos modos,ni siquiera imaginaba al conversar contigo aquella primera vez, que el eslabón de crímenes continuaría y que mi patria podría llegar a transformarse en campo de no menos terribles hechos. Empero, el siglo XX es, a la vez, el de las más amplias indemnizaciones.Tú mismo te refieres a ellas en tu carta aunque sin mencionarlas en forma directa. ¿No crees que la liberación de la mayoría de las colonias sin mediación de violencia es un milagro histórico sin precedentes en el pasado?. ¿y la devoluci+on de nuestras tierras occidentales donde los polacos eran destruídos, sin matanzas, es cierto, pero con los mismos resultados? ¿ No es todo esto una advertencia para aquellos que piensan que basta eliminar a los seres humanos para adueñarse en forma definitiva de sus tierras? Si bien en centenares de juicios y en Nuremberg fueron condenados solamente un reducido número de criminales, significaron empero importantes gestos de reparación.

El sentimiento de culpabilidad colectiva, si no el de responsabilidad, paralelamente se hace más evidente, como ocurre con los países que fueron los actores más importantes del mundo de post- guerra. Los rusos devolvieron del destierro a tus compatriotas y prosélitos, los balcanes, los karachai (tártaros de Crimea), los chechenos, los ingushes. El Commonwealth británico expulsó de su seno a la Unión Sudafricana por las persecuciones de que hacía objeto a los negros. Sólo un pequeño número de países no ha cobrado aún conciencia de que en este siglo XX un período de grandes crímenes es compensado por otro de reparaciones que, independientemente de causas políticas y político económicas, muestran signos de ser voluntarias. En todo esto hay un evidente propósito, un anhelo de en cierta forma reparar oficialmente las injusticias cometidas. Es posible, además, que los dirigentes políticos responsables que actúan presionados por la opinión pública,no tengan idea de la fuerza con que esa opinión actúa por imposición de factores puramente morales. Convencidos de que no serán alcanzados por la opinión pública, determinados núcleos sociales continúan eludiendo la realidad. Los sudafricanos piensan que los negros seguirán sirviendo a los blancos; los portugueses, a pesar del derrumbre del mundo antiguo, creen que su imperio colonial seguirá en pie. Y vosotros,por vuestro lado, suponéis que por haber sacrificado el 60% de un pueblo y diseminado el resto por el mundo, podéis considerar esos territorios – que ni siquiera son colonia – como parte integrante del vuestro propio como recompensa especial por el genocidio. Quisiera preguntar ¿por qué ha de merecer recompensa el asesinato de armenios cuando el asesinato similar de judíos y polacos fue reconocido oficialmente como crimen cometido en contra de la humanidad?. ¿ Acaso esos desdichados armenios son en algo peores que nosotros y los judíos?.

Seguramente no recibirás mi carta porque no lees la prensa polaca. En el mejor de los casos,alguno de vuestros censores mutilará mi artículo tildándola de “propaganda enemiga”, lo cual es una tontería, pues he sido y continúo siendo un amigo sincero de vuestro pueblo y, lo que es más importante, aún no he perdido mi fe en vosotros. Precisamente es por ello que escribo esta triste y vehemente carta. Si no te la envío directamente es porque me defraudaste. No tuviste valor y fuerza para elevar tu voz en tu país a favor de un pueblo mártir. Dirijo esta carta a todos aquellos que representan la verdadera conciencia de tu pueblo, a vuestros escritores, artistas y maestros, a vuestros hombres de ciencia, a los guías de la nueva generación, a los amigos.

Los ecos de mi artículo, que resonarán aquí y allá en la prensa internacional, te llegarán, o te enterarás de su contenido por cartas de vuestros amigos europeos. Por supuesto que es poco, pero los resultados pueden ser fructíferos. Un débil destello puede originar otros, potentes, que ya no podréis seguir no viendo. A pesar de un aparente olvido el mundo recuerda aún la Cuestión Armenia.

Fueron vuestros padres quienes arrebataron las tierras y la vida de 3.000.000 de armenios. En adelante debéis ser vosotros quienes debieran defender la causa de los armenios diseminados por el mundo, de aquellos que se hallan fuera de los límites de la microscópica Armenia Soviética.

No soy turco ni armenio. Por lo tanto no me atañe precisar los términos de las reparaciones e indemnizaciones a las que son acreedores los armenios.Sólo sé que en la época presente, en este siglo de liberación e lndependencia de pueblos sufrientes y países sometidos la Cuestión Armenia será resuelta.

Sería más digno que en vez de condenados, fuerais vosotros mismos los jueces. No logro comprender hasta el momento vuestra indiferencia por un crimen que pesa sobre vuestra conciencia hace ya 42 años. No puedo entender ¿cómo un pueblo puede amar a su patria, reír y gozar, vivir en tales condiciones de conciencia?. Supongo, de haber vencido Hitler, el pueblo germano hubiera actuado de la misma forma. Pero entonces el mundo entero hubiera enloquecido, Pero vosotros estais viviendo en un mundo normal.

Antes de la guerra leí el relato de un escritor búlgaro acerca del asesinato de un niño turco por bandidos búlgaros ante los ojos de su madre. ¿Por qué ese escritor tuvo la valentía de divulgar un hecho desconocido condenando así a sus propios compatriotas, cuando el asesinato de 3.000.000 de armenios permanece vergonzosamente ignorado por vuestros escritores? ¿Por qué?.

No puedo imaginar siquiera que aparezca algún diario de Ana Frank en vuestro idioma, a pesar de que en aquellos años espantosos matasteis por lo menos 1.000.000 (un millón) de niñas adolecentes y mujeres jóvenes, indudablementa de cierta cultura para el Oriente de entonces. Hasta la obra clásica de Franz Werfel figura en la lista de libros prohibidos entre vosotros. El aguijón moral que impulsa a los pueblos europeos a alentar la liberación de colonias y la reparación de viejas injusticias no creo que les sea extraño. El penoso asunto que motivó esta carta me ha creado un problema sicológico que me tortura desde hace años y que no puedo resolver. Puedo asegurar que no se trata de mí solamente. Comparten mi angustia todos aquellos que no son indiferentes al buen nombre y al honor de vuestro noble pueblo.

(Traducción por la prof. Antaram Aharonian)

N. d. T. “En memoria de Bogdan Gembarski” está dedicada la pieza literaria titulada “Victoria sobre el infierno”, escrito por el arzobispo Hakob Kelendjian.