miércoles, 19 de junio de 2013

Erdogan desata el terror político en Turquía.

Una amplia operación de la Policía antiterrorista turca concluyó ayer con la detención de decenas de personas -hasta un centenar, según algunas medios locales- que fueron arrestadas de madrugada en sus propias casas, así como en oficinas, en Estambul y Ankara, bajo la acusación de haber tomado parte en los violentos enfrentamientos que estallaron entre manifestantes y antidisturbios después del brutal desalojo de la plaza Taksim y el parque Gezi, el pasado sábado.


El diario «Hürriyet» informó de que algunos de los arrestos fueron practicados en las sedes de la agencia «Etkin News» y el periódico «Atilim» en Estambul. Asimismo, según la agencia «Anadolu», que cita al ministro del Interior, Muammer Guler, veinte de las detenciones se realizaron en Ankara y otras sesenta en Estambul. El Ministro vinculó a los arrestados con grupos de la izquierda radical.


La operación, que cogió por sorpresa a los medios turcos, se une a la contundente amenaza lanzada el lunes por el viceprimer ministro, Büllent Arinç. «Lo que se requiere de nosotros es acabar con las protestas que sean ilegales. Está la Policía y si no es bastante la Gendarmería. Y si no basta, las Fuerzas Armadas. La ley nos da esa autoridad», advirtió Arinç.


La deriva autoritaria en que ha entrado el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan después de tres semanas de protestas, cientos de heridos, cuatro muertos y miles de detenidos, hizo que la canciller alemana, Angela Merkel, se declarara el lunes «horrorizada» por la represión de las fuerzas policiales turcas, que se han empleado a fondo con balas de goma, gases lacrimógenos, cañones de agua y gas pimienta.


Según Human Rights Watch, con Erdogan los derechos humanos y políticos han entrado en una «profunda crisis» en Turquía. Sin embargo, haciendo caso omiso de todas las advertencias, el primer ministro dijo ayer en una reunión del Grupo parlamentario de su partido, el AKP, que la Policía turca «ha superado el test de la democracia».


El próximo paso del Gobierno para agostar las protestas parece que va a ser poner coto a las redes sociales. Al menos así lo sostenía ayer «Hürriyet», que informó de que el Ejecutivo estudia restringir la utilización de plataformas como Twitter o Facebook, consciente del uso que han hecho de ellas miles de manifestantes para informarse sobre las convocatorias.


Pero la forma de protesta más novedosa es la que puso en práctica el lunes el coreógrafo Erdem Gunduz, que llegó a la plaza Taksim -reabierta después de su desalojo- dejó su bolsa en el suelo y se quedó quieto, mirando las banderas y el retrato de Atatürk, el fundador de la Turquía moderna, al fondo de la plaza. Y no se movió en varias horas. Su ejemplo ha cundido, y ya hay cientos de «hombre de pie» por todo el país. El Gobierno dice que no intervendrá a menos que se convierta en «una amenaza contra el orden público».