martes, 14 de abril de 2015

CHILE SE SOLIDARIZA CON ARMENIA Y CONDENA GENOCIDIO


El proyecto de resolución N° 324, que recibió 77 votos a favor, 1 en contra y 3 abstenciones, pide además al Gobierno de Chile que adhiera a lo acordado por las Naciones Unidas en 1985, respecto a que "en Armenia bajo el Imperio Otomano se cometió un genocidio brutal contra un pueblo indefenso que clama por una reparación moral por parte de la comunidad internacional y en especial del Estado turco".

La iniciativa fue presentada por los diputados Gustavo Hasbún (UDI), Joaquín Tuma (PPD), Issa Kort (UDI), Aldo Cornejo (DC), Marco Antonio Núñez (PPD), Joaquín Godoy (Ind) y Jorge Tarud (PPD).

Los legisladores señalan que "el 24 de abril de 1915 marcó el inicio de una sistemática política de exterminio del pueblo armenio por parte de las autoridades del Imperio Otomano, luego de la detención sin juicio, desaparición y muerte de cientos de intelectuales, escritores, compositores, artistas, líderes comunitarios y de toda la dirigencia de la comunidad armenia en Constantinopla, incluyendo dos diputados armenios del Parlamento Turco cuya inmunidad parlamentaria no fue respetada".

Agregan que este genocidio, llevado a cabo entre 1915 y 1923, significó la muerte de más de 1.500.000 súbditos armenios. "Esta acción repudiable constituyó la primera 'limpieza étnica' del siglo XX".

Se consigna además que los armenios y sus diversas organizaciones alrededor del mundo han perseverado en obtener el reconocimiento de la comunidad internacional respecto de este genocidio.

"Tal reconocimiento le fue otorgado en 1985 por la Subcomisión de Prevención de las Discriminaciones y Protección a las Minorías de las Naciones Unidas, la que calificó el caso armenio como un genocidio".

Diversos países, así como el Parlamento Europeo, el Consejo Mundial de Iglesias y el Tribunal Permanente de los Pueblos han reconocido este hecho. En el caso de Chile, el Senado, mediante el acuerdo N° 531 del 5 de junio de 2007, condenó el genocidio.

El Gobierno de Chile aún no lo hace, aún cuando suscribió en 1953 la Convención para la prevención y sanción del delito de genocidio. Además, mediante la ley N° 20.357, de 2009, se tipificaron los crímenes de lesa humanidad, genocidio y crímenes y delitos de guerra.

"Constituye un deber ético que Chile haga suyo lo resuelto por la ONU en 1985 en cuanto a que Armenia bajo el Imperio Otomano se cometió un genocidio brutal contra un pueblo indefenso que clama por una reparación moral por parte de la comunidad internacional y en especial del Estado turco".

Por último, se recuerda que los gobiernos de Chile y Armenia han estrechado sus lazos mediante la reciente visita del Presidente de Armenia a La Moneda, en julio de 2014.

Turquía y Azerbaiyán contra la Argentina y el Papa Francisco



El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, expresó su "condena" contra el Papa Francisco, luego de que el Sumo Pontífice reconociera oficialmente el Genocidio Armenio al llamarlo "el primer genocidio del siglo XX" y condenara su negación al afirmar que "hoy estamos viviendo una especie de genocidio causado por la indiferencia general y colectiva".

"Condeno al Papa y quiero advertirle. Espero que no vuelva a cometer un error de este tipo", declaró Erdogan según la agencia EFE. "Cuando los políticos y los religiosos asumen el trabajo de historiadores, no dicen verdades, sino estupideces", añadió el mandatario de Turquía.

Ayer, el ministro turco de Asuntos de la Unión Europea, Volkan Bozkır, declaró que el reconocimiento del Genocidio Armenio por parte del Papa Francisco se dio porque el Sumo Pontífice "es de Argentina", un país que "dio la bienvenida a los nazis, que fueron los principales autores del Holocausto judío".

Además, calificó la declaración del Papa como "inaceptable" y "controversial" y declaró luego que "lamentablemente, en Argentina, la diáspora armenia domina la prensa y los negocios". A esto se le sumaron los ataques de la cancillería de Turquía, que dijo que el Sumo Pontífice hizo una "discriminación entre los sufrimientos" y lo acusó de estar "bajo la influencia de la narrativa armenia".

Cemil Çiçek, presidente del Parlamento turco, también habló de "discriminación" e "injuria" al calificar las palabras de Francisco como declaraciones "racistas", mientras que el primer ministro turco, Ahmut Davutoglu, dijo que el Papa tenía "ignorancia o conocimiento insuficiente de la historia".

Tensión en Argentina
En la Argentina, residencia de más de 100.000 armenios, se conmemora en forma permanente el genocidio ocurrido hace 100 años y los referentes de la comunidad suelen ser empresarios y dirigentes reconocidos. Sin embargo, como nunca, se vive una tensión debido a las críticas de Turquía y otras naciones en conflicto histórico con esa comunidad.

La anteúltima batalla ocurrió hace pocos días, cuando la embajada de Azerbaijan salió a criticar fuertemente a un grupo de periodistas que viajaron a Armenia y a Nagorno Karabaj invitados por la Comisión del Centenario del genocidio armenio-Filial Buenos Aires.

Santiago Farrell, editor del diario Perfil, de Buenos Aires, escribió un artículo desde Stepanakert sobre la lucha entre armenios y azeríes, a la que calificó como "la primera que estalló en la ex URSS tras la Glasnost de Gorbachov". El artículo generó el enojo del embajador azerí en Buenos Aires, Mammad Ahmadzada, quien acusó al periodista de visitar ilegalmente la región e incluso lo declaró "persona no grata".

La embajada cuestionó a los diarios y agencias que habían viajado a Armenia para que se desdijeran de sus dichos. Y, en parte lo logró: la agencia oficial Telam pidió disculpas públicamente y eliminó el artículo en el que se refería el viaje, que puede leerse aquí.


NAGORO KARABAJ, RADIOGRAFÍA DE UNA REPÚBLICA RECONOCIDA EN EL CÁUCASO



"A más de 20 años de la tregua que puso fin a la guerra de Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaj, este territorio del pelea para ser reconocido como un país independiente .
A más de 20 años de la tregua que puso fin a la guerra de Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaj, este territorio del Cáucaso equivalente a la mitad de Tucumán pero con apenas un décimo de la población de esa provincia pelea para ser reconocido como un país independiente, pese a que se define como parte de la nación armenia, habla armenio, usa la moneda armenia y se financia en gran parte por las arcas vecinas de Ereván.
Las coincidencias no terminan allí.
La declarada República de Nagorno Karabaj tiene la misma bandera que Armenia, excepto por una pequeña guarda blanca que la divide en el costado derecho. Según explican en el gobierno, el quiebre representa la división entre Armenia y Nagorno Karabaj y el color blanco permite “soñar” que esa brecha podrá algún día ser superada.
Este pequeño territorio del Caucaso, la región que se encuentra entre el suroeste de Rusia, el noreste de Turquía y el noroeste de Irán, tiene unos paisajes y una herencia cultural cristiana cautivantes, pero no es rico en recursos naturales ni clave para la geopolítica mundial.
Sin embargo, desde finales de los años ochenta se convirtió en una zona de tensión y violencia, que desembocó en una guerra que provocó alrededor de 30.000 muertos, alrededor de un millón de refugiados y desplazados, la mayoría de ellos azeríes, y un débil cese al fuego, que hasta el día de hoy sigue siendo violado.
El origen contemporáneo del conflicto se ubica en el año 1988, cuando en Armenia y Nagorno Karabaj surge un movimiento político que reclama la “reunificación” de estos dos territorios.
Por entonces, toda esa región era parte de la Unión Soviética. Armenia era una República de la URSS, mientras que Nagorno Karabaj era un oblast -una suerte de provincia- en la vecina República soviética de Azerbaiyán.
En 1921, Iosif (José) Stalin decidió que Nagorno Karabaj debía estar dentro de Azerbaiyán y no de Armenia, pese a que la mayoría de la población eran armenios, y por eso cuando se acercaba el fin de la URSS y los países satélites comenzaron a reclamar su independencia, el sentimiento nacionalista pan armenio revivió.
Desde 1991, cuando Armenia y Nagorno Kabaraj declararon sus independencias hasta la firma del cese al fuego en 1994 la guerra devastó a este territorio que toma su nombre del ruso, el turco y el persa.
Nagorno significa montañoso en ruso, Kara es negro en turco y baj, jardín en persa.
Los armenios sólo utilizan este nombre a veces cuando hablan con extranjeros. Para ellos, esa “tierra santa”, como la define el propio gobierno de Nagorno Karabaj, se llama Artsaj, como la décima provincia del antiguo reino de Armenia durante la Edad Media.
Baku, en cambio, sostiene que la URSS incluyó a Nagorno Karabaj en su República socialista porque esas eran tierras históricas musulmanes azeríes y que los cristianos armenios recién se volvieron una mayoría en los últimos tres siglos.
Dentro de Azerbaiyán, la fuerza del reclamo también se centra en recordar que en el momento de su independencia el país perdió cerca del 20% de su territorio y que más de 800.000 azeríes tuvieron que abandonar sus hogares y aún viven como refugiados o desplazados.
La herida nacionalista aún sigue bien patente en toda la sociedad.
Tras el cese al fuego de 1994 y pese a los reclamos de la ONU, Armenia ocupó militarmente parte del territorio que pertenecía a Azerbaiyán y se garantizó una contigüidad territorial con Nagorno Karabaj, que con la ayuda financiera y militar de Ereván empezó a construir un Estado. Ningún país, excepto Armenia, lo ha reconocido hasta ahora.
Hoy entrar a Nagorno Karabaj desde Armenia es casi como cruzar una frontera provincial.
Invitado por el gobierno armenio, Telam visitó este pequeño territorio, que posee eternas montañas verdes, superpuestas con algunas cumbres nevadas y salpicadas por pequeños pueblos abocados a la agricultura familiar.
Al transitar la ruta hacia la capital, Stepanakert, numerosos carteles explican que tal o cual infraestructura fue construida “con la participación de todos los armenios”.
El centro de Stepanakert es el principal símbolo del crecimiento y el desarrollo de las dos últimas décadas. Calles amplias e impecables, edificios y tiendas recién estrenadas y un estadio de fútbol a sólo unas cuadras de la tranquila plaza principal, en donde resaltan los mismos bancos que decoran todo el centro de Ereván, la capital armenia.
La parte renovada es moderna y tiene aires europeos, pero inmediatamente llama la atención que todas las tiendas y bancos son locales o armenios. En los pequeños supermercados hay productos europeos y estadounidenses, especialmente golosinas y bebidas, pero la amplia mayoría de la comida es rusa o armenia.
Según el gobierno local, hasta hace diez años el Estado armenio aportaba la mayoría del presupuesto nacional de Nagorno Karabah. Hoy la relación es de 50 y 50.
Antes de la guerra, cerca de uno de cada cuatro habitantes era azerí, según Human Rights Watch. Hoy todos están refugiados en Azerbaiyán, al igual que sucedió con todos los armenios que vivían en ese país vecino.
Sin embargo, en la ciudad de Shushi, aún quedan dos mezquitas del siglo XVIII y XIX que, pese a estar cerradas, son un recordatorio ineludible de la presencia azerí en esa zona.
No se trata de un conflicto religioso, pero los armenios de Karabaj -gentilicio que se dan los habitantes de este territorio- se concentran en la existencia de monasterios y escuelas de la Iglesia Apostólica Armenia de la época del medioevo para sustentan su reclamo histórico.
El más antiguo que queda en pie es Gandzasar, un hermoso monasterio del siglo XIII construido sobre una montaña, rodeado por pequeños cementerios de diferentes épocas, que respeta el diseño simple y austero de las iglesias armenias.
Inmerso en ese paisaje acogedor, es fácil olvidar que ese pequeño y pintoresco monasterio se encuentra a poco más de una hora en auto de la frontera con Azerbaiyán, una zona militarizada en la que los disparos y los cañonazos son aún la regla y no la excepción.

Papa le contesta a Turquía:“No podemos silenciar lo que hemos visto y escuchado”


La Iglesia tiene que “decir las cosas con libertad”, “nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído”, fueron las afirmaciones que hizo este lunes el Papa Francisco en una clara réplica a Turquía que protestó por las referencias que hizo el domingo al “genocidio armenio”, el primero del siglo XX.

En la misa matutina en su residencia de la Casa Santa Marta Francisco sostuvo que el camino de la Iglesia es el de la “franqueza” y “decir las cosas, con libertad”.

Al hablar del genocidido armenio, en la misa del domingo, el Pontífice sostuvo que no existe una familia armenia que no haya perdido a un ser querido durante el ‘Gran Mal’.
Al recordar “aquella horrible masacre” dijo que “fue un verdadero martirio para su pueblo, en el cual muchos inocentes murieron como confesores y mártires en el nombre de Cristo”.

“Hacer memoria de lo que ha sucedido es un deber no solo para el pueblo armenio y para la Iglesia universal, sino también para toda la familia humana para evitar recaer en horrores similares, que ofenden a Dios y a la dignidad humana”, agregó el Papa.
“También hoy, de hecho–continuó diciendo–, estos conflictos a veces degeneran en violencias injustificables fomentadas, instrumentalizando las diversidades étnicas y religiosas. Todos aquellos que han sido puestos al frente de las Naciones y de las Organizaciones internacionales están llamados a oponerse a tales crímenes con firme responsabilidad, sin ceder a ambigüedades y compromisos”.

Frente a estas palabras, la reacción de Turquía fue inmediata y contundente. El Ministerio de Exteriores turco convocó al nuncio papal en Ankara, Antonio Lucibello, para expresarle su malestar y entregarle una nota formal de protesta.
En la nota estableció que utilizar el término genocidio para hablar de las masacres de armenios ha creado “desilusión y tristeza” en el Gobierno y “abre la vía a la pérdida de confianza”.

Y añadió que las palabras del Pontífice “se alejan de la verdad histórica” y reflejan solo la opinión de un bando.
Además, el gobierno turco llamó a consultas a su embajador en el Vaticano, Mehmet Paçaci.
Este lunes, el Papa Bergoglio recabó sobre el tema y recordó que Pedro y Juan, después de haber realizado un milagro, habían sido encarcelados y amenazados por los sacerdotes, para que no hablaran más en nombre de Jesús. Pero ellos deciden ir adelante y cuando regresan sus hermanos los animan a proclamar la Palabra de Dios “con franqueza”. Y piden al Señor que dirija “la mirada a sus amenazas” y que conceda “a sus siervos”, “no escapar”, sino “proclamar con toda franqueza” Su Palabra:
“También hoy el mensaje de la Iglesia es el mensaje del camino de la franqueza’, del camino del coraje cristiano”, añadió el Pontifice. Estos dos, sencillos – como dice la Biblia – sin instrucción, tuvieron el coraje. Una palabra que se puede traducir ‘coraje, ‘franqueza’, ‘libertad de hablar’, ‘no tener miedo de decir las cosas’… Es una palabra que tiene tantos significados, en el término original. La parresia, aquella franqueza… Y del temor pasaron a la ‘franqueza’, a decir las cosas con libertad”.

Francisco se detuvo asimismo en el pasaje del Evangelio del día que relata el diálogo “un poco misterioso entre Jesús y Nicodemo”, sobre el “segundo nacimiento”, sobre el hecho de “tener una nueva vida, diversa de la primera”.
Anunciar a Cristo, sin hacer “publicidad”

El Papa subrayó que también en esta historia, “en este itinerario de la franqueza”, el “verdadero protagonista” es “precisamente el Espíritu Santo”, “porque es Él el único capaz de darnos esta gracia del coraje de anunciar a Jesucristo”:
“Y este coraje del anuncio es el que nos distingue del simple proselitismo. Nosotros no hacemos publicidad, dice Jesucristo, para tener más ‘socios’ en nuestra ‘sociedad espiritual’, ¿no? Esto no sirve. No sirve, no es cristiano. Lo que el cristiano hace es anunciar con coraje y el anuncio de Jesucristo provoca, mediante el Espíritu Santo, ese estupor que nos hace ir adelante”.

El verdadero protagonista de todo esto – reafirmó el Santo Padre – es el Espíritu Santo. Cuando Jesús habla acerca de “nacer de nuevo”, nos hace entender que es “el Espíritu quien nos cambia, que viene de cualquier parte, como el viento, del que sentimos su voz”. Y prosiguió explicando que “sólo el Espíritu es capaz de cambiarnos nuestra actitud”, de “cambiar la historia de nuestra vida, cambiar nuestra pertenencia”.
Es el Espíritu – dijo también Francisco – “el que esta fuerza a estos hombres sencillos y sin instrucción” como Pedro y Juan, “esta fuerza de anunciar a Jesucristo hasta el testimonio final: el martirio”:
“El camino del coraje cristiano es una gracia que da el Espíritu Santo. Hay tantos caminos que podemos tomar, incluso que nos dan cierto coraje. ‘Pero mira qué corajudo, ¡la decisión que ha tomado! Y mira E guarda a este, mira qué bien ha hecho este plan, ha organizado las cosas, ¡que bueno!’: esto ayuda, pero es instrumento de otra cosa más grande: el Espíritu. Si no está el Espíritu, nosotros podemos hacer tantas cosas, tanto trabajo, pero no sirve para nada”.

La Iglesia después de Pascua – añadió el Papa – “nos prepara a recibir al Espíritu Santo”. Por esta razón – fue su exhortación final – ahora, “en la celebración del misterio de la muerte y de la Resurrección de Jesús, podemos recordar toda la historia de la Salvación” y “pedir la gracia de recibir al Espíritu para que nos de el coraje verdadero para anunciar a Jesucristo”.