El 27 de julio de 1983 la incesante y esforzada lucha por la Causa Armenia escribía una nueva y gloriosa página en una de las capitales de Europa. Fue entonces que los nombres de Ara, Sarkis, Setrak, Simón y Vaché se incorporaron a la pléyade de los miles de héroes armenios, conocidos y anónimos, famosos y desconocidos, que han surgido del seno del pueblo a través de estos largos siglos de lucha por la libertad y la justicia.
Los Cinco de Lisboa corporizaron una vez más la potencia milagrosa de la fuerza de las ideas. Con su gesto se volvió a enarbolar la imbatible consigna de “Libertad o Muerte” que han forjado los esforzados luchadores de los pueblos oprimidos del mundo. Una vez más fue escrita con sangre; esta vez en los muros de la representación diplomática de los opresores de Ankara.
Fue una rotunda respuesta a todos los Evren y Ozal que no habían vacilado en desafiar, ensoberbecidos, desde una ciudad de la Armenia usurpada que “si los armenios tienen fuerza, que vengan a intentar recuperar sus tierras”.
Los estados del viejo continente, entonces más que ahora, además de ser cortejados por los representantes de Ankara de todas las formas imaginables, pretendían seguir indiferentes a las responsabilidades europeas frente a la Causa Armenia. Fue entonces que los cinco jóvenes del Ejército Revolucionario Armenio (ERA) con su determinación reafirmaron una vez más las constantes demandas de justicia.
En los años previos a la actual independencia era desde la Diáspora de donde surgían mayoritariamente los clamores por la Causa Armenia. Pero esta vez Ereván no estuvo ajena a los hechos. La respuesta vino de un gran poeta armenio quien les dedicó una de sus creaciones que fue incluso convertida en canción de protesta. Años después llegaría la resolución del Parlamento Europeo. La evolución indiscutible del pensamiento nacional armenio comenzaba a sentirse con los mismos latidos en más corazones armenios, en distintas latitudes.
El mundo entero habló, y habla todavía, de los Cinco de Lisboa. El hecho caló hondo en los medios de comunicación y ni el más alejado pudo ser indiferente. En memoria de los Cinco de Lisboa se realizaron diversos actos en numerosas colectividades de la Diáspora occidental. Cuando se recordó en Buenos Aires su memoria con un Hokehankisd y se bendijo la placa recordatoria en el hall del Agump, el Padre Párroco de la Zona Norte reiteró el pensamiento que comparten todos los comprometidos con el futuro de la Nación Armenia: todos los héroes pertenecen a toda la nación armenia.
La inmolación de los muchachos de Lisboa no fue en vano. Apenas cinco años después en las laderas de las montañas de Nagorno Karabagh comenzaba a volverse realidad el empeño del Tebi Erguir y encarar todos juntos la lucha de liberación y la responsabilidad de lograr un futuro luminoso para toda la Nación Armenia.
Los Cinco de Lisboa corporizaron una vez más la potencia milagrosa de la fuerza de las ideas. Con su gesto se volvió a enarbolar la imbatible consigna de “Libertad o Muerte” que han forjado los esforzados luchadores de los pueblos oprimidos del mundo. Una vez más fue escrita con sangre; esta vez en los muros de la representación diplomática de los opresores de Ankara.
Fue una rotunda respuesta a todos los Evren y Ozal que no habían vacilado en desafiar, ensoberbecidos, desde una ciudad de la Armenia usurpada que “si los armenios tienen fuerza, que vengan a intentar recuperar sus tierras”.
Los estados del viejo continente, entonces más que ahora, además de ser cortejados por los representantes de Ankara de todas las formas imaginables, pretendían seguir indiferentes a las responsabilidades europeas frente a la Causa Armenia. Fue entonces que los cinco jóvenes del Ejército Revolucionario Armenio (ERA) con su determinación reafirmaron una vez más las constantes demandas de justicia.
En los años previos a la actual independencia era desde la Diáspora de donde surgían mayoritariamente los clamores por la Causa Armenia. Pero esta vez Ereván no estuvo ajena a los hechos. La respuesta vino de un gran poeta armenio quien les dedicó una de sus creaciones que fue incluso convertida en canción de protesta. Años después llegaría la resolución del Parlamento Europeo. La evolución indiscutible del pensamiento nacional armenio comenzaba a sentirse con los mismos latidos en más corazones armenios, en distintas latitudes.
El mundo entero habló, y habla todavía, de los Cinco de Lisboa. El hecho caló hondo en los medios de comunicación y ni el más alejado pudo ser indiferente. En memoria de los Cinco de Lisboa se realizaron diversos actos en numerosas colectividades de la Diáspora occidental. Cuando se recordó en Buenos Aires su memoria con un Hokehankisd y se bendijo la placa recordatoria en el hall del Agump, el Padre Párroco de la Zona Norte reiteró el pensamiento que comparten todos los comprometidos con el futuro de la Nación Armenia: todos los héroes pertenecen a toda la nación armenia.
La inmolación de los muchachos de Lisboa no fue en vano. Apenas cinco años después en las laderas de las montañas de Nagorno Karabagh comenzaba a volverse realidad el empeño del Tebi Erguir y encarar todos juntos la lucha de liberación y la responsabilidad de lograr un futuro luminoso para toda la Nación Armenia.
Autor: Carlos Luis Hassassian