miércoles, 1 de junio de 2011

La Batalla de Avarair.

La Batalla de Avarair, 451, también conocida como Batalla de Vartanantz y recordada por los armenios como una de las más grandes batallas de su historia. Comenzada en la Planicie de Avarair en Vaspurakan, entre los armenios rebeldes liderados por Vartan Mamigonian (beatificado y llamado San Vartan más tarde) y de los dominadores persas sasánidas. Aunque los persas salieron victoriosos militarmente, los armenios obtuvieron la libertad religiosa.
La batalla fue un conflicto entre los armenios cristianos y los persas adeptos al zoroastrismo. Armenia, el primer país oficialmente cristiano en el mundo (desde el año 301 cuando Gregorio el Iluminador convirtió al rey Tirídates III se opuso fuertemente al abandono de su fe creando un punto muerto; el clero armenio respondió al rey Hasguerde II con éstas palabras:

Nada nos moverá de nuestra fe, ni hombres, ni espadas, ni aguas, ni cualquier otro tipo de violencia imaginable. Nuestros bienes y posesiones están a tu disposición, puedes usarlos como quieras. Desde que nos concedas la libertad de creencia, tú serás nuestro único señor de la tierra, así como Cristo es nuestro único Dios en el cielo. No exigimos más que eso, es nuestra decisión: nuestras vidas están en tus manos [...], estamos inseparablemente unidos a nuestro Dios, y nada podrá romper esa unión, jamás en ningún tiempo.
Los persas mandaron cerca de 700 magos y sacerdotes para convertir a la población armenia, pero algunos arzobispos armenios incitaron a los armenios a hostilizar a los sacerdotes persas. Irritados con esa actitud y resistencia, el rey persa envió 200.000 soldados para imponer su decisión por la fuerza. Con un ejército de aproximadamente 66.000 hombres, y liderados por el señor de las tierras, Vartan Mamigonian, los armenios contaban también con la ayuda del (también cristiano) Imperio bizantino para combatir en pos de igualdad con los persas. En la planicie de Avarair, los dos ejércitos combatíeron, pero la superioridad militar de los persas unida a la deserción de muchos armenios a las líneas enemigas, esperando beneficios políticos, otorgaron finalmente la victoria al ejército persa.