domingo, 23 de enero de 2011

Carta despedida de Manouchian a su mujer.

Mi querida Mélinée, mi amada pequeña húerfana.

Dentro de unas horas ya no seré de este mundo. Nos fusilarán esta tarde a las 15 horas. Es como un accidente en mi vida, en el que no creo todavía, sin embargo sé que ya nunca más te veré.

¿Qué puedo decirte? Lo veo todo confuso pero muy claro al mismo tiempo.

Me uní al Ejército de Liberación como soldado voluntario y muero a punto de alcanzar la meta de la Victoria. Qué felices todos los que van a sobrevivirnos cuando prueben el dulce sabor de la Libertad y de la Paz. Estoy seguro de que el pueblo francés y todos los combatientes de la Libertad sabrán honrar nuestra memoria con dignidad. En el momento de morir, declaro que no siento odio alguno contra el pueblo alemán ni contra nadie, cada uno tendrá lo que se merezca como castigo o como recompensa.

El pueblo alemán y todos los demás pueblos vivirán en paz y hermandad tras la guerra, que no durará mucho más.

Felicidad para todos... Solo lamento profundamente el no haberte hecho más feliz, me hubiese gustado tener un niño contigo, como siempre deseabas. Por lo que te ruego que, sin falta, te cases al acabar la guerra y tengas un bebé en mi honor, y para cumplir mi última voluntad, despósate con alguien que pueda hacerte feliz. Os lego a ti, a tu hermana y mis sobrinos todos mis bienes y posesiones. Después de la guerra podrás ejercer tu derecho a pensión de viuda de guerra, siendo mi mujer, ya que muero como soldado regular del ejército francés de liberación.

Con el apoyo de los amigos que quieran honrarme, conseguirás que editen mis poemas y anotaciones que valgan para ser leídos. En lo posible, harás llegar recuerdos míos a mis parientes en Armenia. En pocos momentos, con mis 23 camaradas, moriré con el valor y la serenidad de un hombre que tiene la conciencia tranquila, ya que personalmente no le hice mal a nadie, y si lo hice fue sin odio. Hoy hace sol. Y es mirando a ese sol y a la naturaleza que tanto he amado que diré adiós a la vida y a todos vosotros, mi querida esposa y mis bien queridos amigos. Perdono a todos los que me han causado mal, excepto al que nos haya traicionado para salvar su pellejo.

Un abrazo muy grande a ti y tu hermana, y a todos los amigos que me conocen de lejos o de cerca, os llevo a todos en mi corazón.

Adiós.
Manouchian Michel