La historia de la llegada de los primeros armenios en México y de la consolidación de una importante comunidad armenia que se refugió en el país tras el genocidio en contra de esa población, ocurrido en el periodo de 1915 a 1918 en el imperio Otomano, son recopilados por el investigador del Colegio de Michoacán, Carlos Antaramián Salas, en el libro Del Ararat al Popocatéplet. Los armenios en México.
Se trata de una radiografía de los armenios a su llegada a México, sobre todo a partir de 1923, que es cuando llegan la mayoría, tras sobrevivir el genocidio en el Imperio Otomano, señala el antropólogo e investigador.
El libro, que cuenta con el apoyo de la Secretaria de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (SEDEREC) para su publicación, abarca también los casos de migrantes armenios que llegaron a México desde finales del siglo XVIII. El investigador señala que la presencia de los armenios se remonta hasta el siglo XVIII, con la llegada de Pedro Zarate o Saradi, comerciante acusado por la Santa Inquisición de ser cismático, es decir miembro de la iglesia apostólica armenia.
Producto de una ardua investigación en hemerotecas, en el Archivo General de la Nació (AGN), en archivos particulares y hasta entrevistas con familias armenias, en este libro el autor señala que incluso durante el Porfiriato algunos armenios se asentaron en México. Uno de ellos fue Jacobo Harootian, ex militar que combatió con las fuerzas armadas de EU y que luego participaría de manera activa en la Revolución Mexicana, apoyando a Francisco I. Madero. Antaramián afirma que por esa misma época, en Puebla se asentaron también los hermanos Nishanián, a quienes se les debe la construcción del sistema de saneamiento de esa ciudad.
A pesar de estos antecedentes, el investigador del Colegio de Michoacán señala que es Gabriel Babayán a quien se le considera el decano de la comunidad y el primer armenio en México. Esto se debe, explica, a que fungió como interlocutor entre los recién llegados y las autoridades mexicanas en las primeras décadas del siglo XX, además de que les ayudó a buscar hoteles o habitaciones modestas, sobre todo en las vecindades contiguas al antiguo mercado de la Merced.
Por eso, dice Antaramián, esa fue una de las zonas del centro de la ciudad de México donde se asentó la mayor parte de la comunidad armenia, en especial en las calles de Manzanares, Academia, Jesús María, Corregidora y Uruguay. Ahí iniciaron sus propios negocios o se dedicaron a ejercer algunos oficios como Kerop Arakelián, quien luego tendría las célebres Jugueterías Ara.
Para la década de los 30, la Merced concentraba a la gran mayoría de los armenios, donde convivían con una importante comunidad de migrantes árabes, griegos y judíos, indica el antropólogo en la publicación, que además incluye retratos familiares de colecciones privadas, así como imágenes de documentos recuperados en archivos.
Para el investigador, el motivo por el que una importante comunidad armenia se asentó en México se debe a que la mayoría aspiraba a entrar a EU, pero ante las restricciones de esa nación, muchos decidieron asentarse en México u otros países de Latinoamérica.
Según Antaramián Salas, las dos cuadras de departamentos que conformaban el condominio del Buen Tono, en la Doctores, fue el segundo sitio en la ciudad en importancia para el asentamiento de los armenios. “Esa ‘pequeña Armenia’, que se había constituido en ese condominio, se suscribió al periodo que va de 1927 hasta 1957 y dejó de existir cuando los armenios emigraron a barrios residenciales, acordes con su nuevo estatus socioeconómico, como Jardines del Pedregal o Guadalupe Inn”.
El libro, de distribución gratuita y que se presentará en los próximos días, reproduce 178 Formas F14, localizados en el Registro Nacional de Extranjeros del AGN, de los casi 350 armenios que ingresaron a México en la primera mitad del siglo XX, así como una lista de los nombres y apellidos de armenios refugiados en Mexico.